Simón Espinal, un maestro artesano de 55 años, encarna la esencia misma del sombrero de paja toquilla. Es uno de los pocos tejedores de sombreros de Panamá de prestigio que aún quedan. Y como casi todos está en la comunidad de Pile, detrás de Montecristi, en la provincia de Manabí, Ecuador. El sombrero de paja toquilla es un icono cultural reconocido como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
Texto basado en entrevista de Deysi Chuquirima. Fotos: Luis Salgado Albán
En el corazón de la comunidad de Pile, ubicada en Montecristi, Manabí, Ecuador, trabaja Simón Espinal. El es un artesano de sombreros de paja toquilla que ha dedicado su vida a preservar una tradición transmitida de generación en generación. Desde los 15 años, Simón ha tejido con esmero sombreros que hoy son reconocidos a nivel mundial por su calidad excepcional. «Mi pasión por este arte surgió al observar a mis padres, abuelos y bisabuelos tejer», comparte Simón en entrevista con Deysi Chuquirima. El, a lo largo de los últimos 40 años ha perfeccionado un arte que es tan complejo como fascinante.
Este artesano de la comunidad de Pile ha realizado un recorrido por Europa este mes de octubre para dar a conocer esta tradición ecuatoriana. Durante su estancia en Madrid hizo una demostración de su arte en el madrileño parque del Retiro de Madrid. El sombrero de paja toquilla fue Declarado Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO en 2012.
Simón recuerda sus primeros años de aprendizaje, guiado por sus familiares. «Ellos me enseñaron a mí, y ahora yo he enseñado a mis hijos», dice, evidenciando el compromiso que tiene con mantener viva esta herencia cultural. Más que un oficio, el tejido de sombreros de paja toquilla es para él una responsabilidad con su comunidad y su identidad.
Sobrero de paja toquilla: Arte internacional
Los sombreros de paja toquilla de Pile tienen gran calidad y fino acabado. Por ello también los conocen en el extranjero. Además a esta visibilidad internacional también ha contribuido la colaboración de Simón con el empresario estadounidense Brent Black. A través de esta alianza, los sombreros de Simón han llegado a mercados internacionales. Estas plazas valoran el sombrero de paja toquilla como pieza de lujo. Hoy ambos han tomado caminos diferentes. Pero Simón continúa trabajando con la misma dedicación de siempre, guiado por el orgullo de saber que la admiración de su arte es internacional.
El proceso de creación de un sombrero es largo y meticuloso, y exige atención en cada etapa. «La selección de la paja es algo personal», explica Simón, detallando que cada artesano elige la mejor materia prima según el grado de calidad deseado. Para un sombrero de alta calidad, el proceso de tejido puede llevar hasta seis meses, con jornadas diarias de nueve a diez horas. “Hay que estar bien concentrado y pendiente de cómo va el trabajo. Si algo falla, hay que corregirlo de inmediato”, revela el artesano sobre la concentración y precisión necesarias para asegurar la calidad.
El clima también juega un papel crucial en el proceso de elaboración. Simón señala que los mejores meses para tejer son de junio a noviembre, cuando el clima es más frío. Explica cómo el calor excesivo daña la paja, haciéndola quebradiza. «Cuando hace calor no se puede trabajar, la paja se reseca, se parte», explica.
Simón Espinal y su compromiso con la tradición
A pesar de los desafíos económicos y de la baja demanda en el mercado local, el compromiso de Simón con su oficio se mantiene firme. Su mayor satisfacción es ver el sombrero terminado después de meses de trabajo. «Lo que me motiva es ver finalizado un sombrero que ha tomado seis meses de elaboración. He dedicado toda mi vida a este oficio que me apasiona», comenta con orgullo.
El futuro de esta tradición, sin embargo, enfrenta riesgos. Muchos jóvenes en su comunidad optan por migrar en busca de empleos más rentables, lo que pone en peligro la continuidad de esta tradición. “No sería justo que en el futuro se pierda este arte. De qué valdría que la UNESCO lo haya declarado como patrimonio inmaterial de la humanidad si desaparece”, reflexiona Simón. Y ahí nos recuerda la importancia de preservar esta herencia cultural que define a Pile y a su gente.
Simón Espinal, más que un artesano, es un guardián de un legado invaluable. A través de sus manos, la tradición de los sombreros de paja toquilla continúa viva. Y es un testimonio de la identidad y el orgullo de su comunidad.
Técnico Superior en Producción de Radio y Televisión, Fotógrafo freelance para la agencia Asnerp en Madrid , realización de curso de Producción de Televisión en el instituto Metrópolis – Madrid, Curso de Artes Dramático – Teatro Asura –Madrid. Curso de creación de televisión en lenguaje originario –Universidad e Mondragón Bilbao –España. En Ecuador realización de producciones audiovisuales y producción de obras de teatro. Actualmente director del medio de comunicación www.milenteinformacion.com Mli- “Comunicación y Fotografía”.