Carmen Núñez Salvador, Nena, vivió casi cien años. Ella no quería morirse. Nosotros tampoco queríamos que se muera. “Y ahora ¿qué hacer?. Debo ayudarle a que entre en un ancianato en los próximos días, dolorosa decisión mía y de ella. Esto es como querer mudar la piel de una serpiente buscando su renacer. Pero ¿hemos visto cómo es la piel que dejan botando las sierpes? Es fea, escamosa, seca, rota en tiras, apestosa, opaca.
37 mil latidos al año. En 99 años de vida el corazón humano habría latido 3.642’408.000 veces sin detenerse. ¡Tres mil seiscientos cuarenta y dos millones cuatrocientos ocho mil latidos sin detenerse!
¿Suficiente? ¿Insuficiente? ¿Demasiado? ¿Demasiado mucho? ¿Inimaginable?
Carmen Núñez Salvador, Nena, vivió casi cien años. Ella no quería morirse. Nosotros tampoco queríamos que se muera.
“Y ahora ¿qué hacer? Debo ayudarle a que entre en un ancianato en los próximos días, dolorosa decisión mía y de ella. Esto es como querer mudar la piel de una serpiente buscando su renacer. Pero ¿hemos visto cómo es la piel que dejan botando las sierpes? Es fea, escamosa, seca, rota en tiras, apestosa, opaca.
Es el revelamiento de lo que se debe dejar atrás en la vida terrena, a diferencia de la piel de una serpiente en goce de su vida joven, que es bella, brillante, atractiva al tacto, sensual, sus colores van en juego con su natural estética. La serpiente con su renovada piel es tan solo una leyenda…
Así era mi madre en su pasado, bella leyenda. No obstante que su vida fue dura y sufrida como esposa abandonada, obrera en factorías de Estados Unidos, casera en Ecuador, vida jalonada por esfuerzos sobrehumanos de mujer para criar con honor a sus hijas, a sus hijos…
Esa fue la boa constrictor que ahora cambió su última piel aunque no le dio permiso a la muerte.”
Raúl Borja Núñez, 2018
Seguimos difundiendo aquello en lo que creemos y por lo que siempre hemos luchado, los derechos del movimiento indígena, de las mujeres o warmis, de los grupos LGTBI, de los trabajadores y los derechos de cuidar a la naturaleza.
Múltiples voces, distintas ideas, pensamientos y miradas.
Raúl Borja Arboleda, te conozco de cerca y ahora, de lejos.
Tu exposición se ha extendido hasta Norte América.
Te admiraba cuando te vi tomando fotografias de tu anciana abuelita, jamás me aginaba el impacto que tendrían dichas fotografías.
Carmelita Niñez dejó una profunda huella dentro del medio en que su larga vida se desarrolló.
Debería existir un escriba quien al conocer el récord de sus hechos, los ponga en un libro. Ese libro sería un régimen de fortaleza para el lector.
Admiro la iniciativa del joven artista de fotografía Raúl Borja Arboleda, le deseo millón de éxitos en su carrera y que el objetivo de su exposicion tenga profundo alcance.
Carmen DeStasio.