Migración otavaleña en Chile. Por Martha Santillán
La migración otavaleña en Chile, al igual que en el resto del mundo ha significado el posicionamiento de este pueblo, cuna de grandes músicos y hábiles comerciantes internacionales. Y también hace presente en el mundo a un Ecuador diverso y plurinacional.
Indígenas otavaleños por el mundo. Su trayectoria
Los indígenas otavaleños también conocidos como “mindalaes” son reconocidos comerciantes que desde hace décadas viajan por el mundo comercializando sus artesanías y música.
De acuerdo con Kyle (2001), la introducción del tejido de paño inglés en 1917 en el mercado urbano habría dado origen a lo que él denomina “empresariado transnacional otavaleño”.
Por su parte, Ordóñez (2008) presenta el avance paulatino del comercio otavaleño hacia diferentes países del mundo, que inició en 1940 hacia Colombia; en 1950, Rosa Lema viajó a Estados Unidos como parte de una comitiva oficial del gobierno de Galo Plaza; en 1960, el mercado se abrió hacia Panamá, Costa Rica y Brasil; De 1970 a 1990 fue la época de auge, la “época dorada” en la que muchos músicos y artesanos viajaron hacia Europa y Estados Unidos y alcanzaron éxito.
Durante este tiempo, algunos de los migrantes se establecieron de forma permanente en diferentes ciudades del mundo. Otros realizan, hasta hoy en día, viajes itinerantes, por temporadas. Y hay aquellos emigrantes esporádicos que se remitieron a un par de salidas al exterior.
A finales de los años noventa, la crisis económica en el Ecuador provocó una nueva ola migratoria, esta vez de forma masiva.
Todos estos procesos migratorios fueron sostenibles en el tiempo gracias a las redes familiares, de amistad, parentesco u origen común. Sin embargo, muchos de los migrantes de fines del siglo XX carecían de redes y no tuvieron el mismo éxito que los primeros migrantes, por lo que muchos de los otavaleños emplearon su mano de obra en la construcción, la agricultura, la pintura, etc., dejando de lado sus dotes empresariales, lo que para ellos podría representar un fracaso (Ruiz, 2015).
Primeros migrantes otavaleños en Chile
De acuerdo con el testimonio de Freddy Cotacachi, una de las primeras migrantes otavaleñas que llegó a Chile en 1987, fue Esthela Males, quien actualmente reside en Estados Unidos. Se desempeñó como mayorista y comercializó artesanía del Ecuador que en aquella época era rentable. Males estableció tres locales comerciales en los lugares más concurridos de la ciudad de Santiago (Barrio Patronato, Estación Central, Centro Comercial Persa Bio Bio).
Más adelante instaló otros locales en Concepción y Puerto Montt, centro y sur del país, respectivamente. Además de comercializar productos ecuatorianos a los chilenos también proveía de productos a los otavaleños que iban llegando a los diferentes puntos del país.
En 1995, Rafael Cabascango, de la comunidad de Guanansi se estableció en la ciudad de Santiago como comerciantes de productos ecuatorianos. Ellos se mantienen hasta la actualidad como mayoristas.
En aquella época, Chile se convirtió en el nuevo espacio de exploración de la migración otavaleña, que llegaba a la capital y a través de su sistema de venta ambulante ofrecían de casa en casa, sus tejidos hechos en telar y sacos de lana. Pero no se quedaron solo en la capital, sino que pronto partieron hacia diferentes puntos del país, llegando a instalarse aún en Punta Arenas, una ciudad ubicada a 2216 km de Santiago, a donde se llega en un viaje de 4 horas en avión.
Lugares de mayor concentración de la migración otavaleña
A la actualidad, Santiago es la ciudad donde se concentra la mayor parte de los migrantes kichwa-otavalo, seguida por las ciudades de Antofagasta, Coquimbo, Tongoy, La Serena en el norte de Chile. Los Ángeles y Concepción en el centro del país también concentra una importante cantidad de migrantes otavaleños.
En la capital y en el centro del país, la mayoría se dedica a la venta de ropa y productos provenientes de China. Hace diez años, comenta Freddy Cotacachi, vendían chalecos, vestidos, camisas, gorras, chompas producidas en el Ecuador, pero el mercado chino “los quebró” porque ofrecen los mismos productos a menor costo, por lo que ahora, los otavaleños también adquieren productos chinos y los revenden de forma ambulante, en ferias o en pequeños locales. Algunos mindalaes comercializan cosas de casa y juguetes en bazares.
En Santiago y en ciudades del norte de Chile, una parte de la migración otavaleña trabaja para las empresas pesqueras limpiando y reparando redes de pesca. En el sur, en la época de verano trabajan en calidad de “temporeros” (cosechando fruta de temporada).
Para el migrante de los años noventa era impensable trabajar como asalariado en el exterior porque podía ser visto como fracaso o desprestigio (Maldonado 2004), sin embargo, a partir de la segunda década del siglo XXI, muchos migrantes otavaleños han debido adaptarse a las circunstancias, dada la difícil situación económica que afecta a las naciones del mundo y la región. Esta desviación de su tradición como comerciante es, en ocasiones, temporal pues algunos complementan la venta ambulante con trabajos en el sector agrícola o como temporeros.
Al sur del país, la presencia otavaleña es menos numerosa y más dispersa. Así, por ejemplo, en la Isla de Chiloé, ubicada a 1.229 km de Santiago, viven 56 indígenas, distribuidos en tres ciudades aledañas: Ancud (11), Castro (30), Quellon (15). Estas familias se reúnen una vez al mes para socializar, para ponerse al día de las novedades locales y de sus familiares en el Ecuador, para compartir alimentos y hacer deportes, prácticas con las que reafirman un sentimiento de pertenencia comunitaria que, a decir de Ordóñez (2008), es mucho más acentuado dado que el kichwa otavaleño emigra en grupo, con su familia y se han asentado en los mismos barrios.
Plazas y fundos como espacios de reivindicación comunitaria de la migración otavaleña
Plazas y fundos son utilizados por la comunidad migrante otavaleña para los partidos de vóley, de futbol, la gastronomía y las festividades mayores como el Pawkar Raymi y el Inti Raymi. Estos espacios de reorganización social son propicios para el reencuentro entre parientes y amigos.
Desde hace varios años, la Plaza de la Exposición en el centro de Santiago, es para decenas de indígenas otavaleños, un lugar de encuentro semanal, donde acuden en familia o con amigos a degustar los diversos platos típicos que se ofertan: fritada, guatita, choclos, chochos con tostado, llapingachos y más. Las cuatro canchas de vóley son ocupadas por los indígenas otavaleños para sus campeonatos.
En los últimos años, es común ver que, en las grandes ciudades del mundo como New York, Barcelona, Tokio, Bogotá, Santiago de Chile, con una importante presencia de indígenas otavaleños se celebran el “Pawkar Raymi” y el “Inti Raymi”, dos principales celebraciones que los congrega anualmente.
En el caso de la comunidad otavaleña en Chile, la celebración del Pawkar Raymi tiene lugar en enero, puesto que en febrero viajan al Ecuador para participar del Pawkar Raymi en Otavalo que se realiza en febrero. Lo mismo ocurre con el Inti Raymi, primero lo celebran entre migrantes en la ciudad donde residen y luego viajan a Otavalo para celebrar junto a su familia ampliada y otros migrantes que se dan cita en el Ecuador. De esta manera, esta comunidad migrante mantiene vivas sus prácticas culturales y su nexo con la comunidad de origen.
En este contexto y, como manifiesta Vertovec, citada por Yapud (2018), desde el concepto de la “bifocalidad”, subraya que la migración otavaleña lleva una doble vida, con ese sentimiento de desarraigo y a su vez, el sentirse otavaleños que les hace retornar a su lugar de origen cada cierto tiempo para el reencuentro familiar y con la gente de su comunidad.
El Pawkar Raymi 2024 celebrado en Santiago fue la décima octava edición y congregó a más de dos mil personas provenientes desde todos los puntos del país. El Comité organizador es conformado por una familia. En esta ocasión, la familia Amaguaña con más de 20 años de trayectoria como migrantes, debió aportar económicamente y buscar auspicios para efectuar la fiesta indígena. Este tipo de prácticas culturales demuestran que lo local traspasa las fronteras y se traslada hacia lo global, como lo manifiesta Rivera Sanchez (2004).
Las tradiciones culturales del empresariado étnico y las manifestaciones culturales como el Pawkar Raymi y el Inti Raymi son replicadas en diversas partes del mundo por las actuales generaciones. Un legado de los abuelos que se mantiene vivo, en aras de fortalecer sus raíces.
La presencia de migración otavaleña en el mundo ha significado no solo el posicionamiento de este pueblo que es cuna de grandes músicos y hábiles comerciantes internacionales, sino también de ese Ecuador diverso y plurinacional.
Otro texto de Martha Santillán. Protagonismo de la mujer indígena en la diplomacia ecuatoriana.
BIBLIOGRAFÍA
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Maldonado, G. (2004): Comerciantes y viajeros. Quito: FLACSO Ecuador.
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Ordóñez, Angélica (2008) Migración transnacional de los kichwa otavalo y la fiesta del Pawkar Raymi, en Al filo de la identidad. La migración indígena en América Latina. Quito, FLACSO.
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Ruiz, Andrea (2015) Entre la lógica transnacional y la lógica estatal: la migración de los Kichwa Otavalo. Migraciones. Publicación Del Instituto Universitario De Estudios Sobre Migraciones, (36), 343–367. https://doi.org/10.14422/mig.i36.y2014.004.
Ruiz Balzola, A. (2015) Entre la lógica transnacional y la lógica estatal: la migración de los kichwa Otavalo
Saddiki, S. (2008). El papel de la Diplomacia Cultural en las Relaciones Internacionales. Barcelona: Fundación Cidob.
Yapud, Guadalupe. (2015). Pawkar Raymi: tensiones y confrontaciones de clase, edad e identidad a partir de la migración transnacional en las comunidades de Agato y Peguche. Tesina de especialización, Flacso Ecuador.
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