Luego de un vuelo agradable y sin contratiempo, el avión decoló en la pista del aeropuerto José Martí de La Habana –Cuba, los trámites de migración y recogida de maletas fueron relativamente rápidos y al concluirlos abordé un taxi para que ir al sitio de hospedaje que previamente arreglé en una casa particular que dice “Arriendo en Divisas”, hay muchas de ellas y requieren de un permiso para poder operar de esta forma.
El diálogo con el taxista fue ameno e inmediatamente entendí que tanto él, cómo los arrendadores de habitaciones o pequeños departamentos y otras personas que tienen emprendimientos como cafeterías y restaurantes, son de alguna manera favorecidos, por así decirlo, ya que estas actividades les deja un remanente que les permite mejorar su calidad de vida, no así los que dependen de un sueldo fijo del Estado como es la mayoría del pueblo cubano.
Al día siguiente, tomé otro taxi. El taxista me confirmó que efectivamente gana bien. Conduce uno de esos autos de los años 30, 40 o 50, ya clásicos: Cadillac, Chevrolet Impala Convertible, Ford Edsel, Pontiac, Mercury, Plymouth, Packard, entre otros, que en La Habana son uno de los principales atractivos. Contó que al Gobierno le tienen que pagar $600 mensuales para poder operar, a eso se suma los $300 que gasta al mes en gasolina. Solo ahí se entiende porque son tan caros. Por el trayecto de unas 10 cuadras y luego de negociar, me cobró $12, me dijo que es barato considerando el carro al que estaba subiendo. Dependiendo de la cantidad de combustible que use, y el tipo de recorrido que se realice en uno de estos autos, el costo puede llegar a unos $300. Cuando llegamos a mi destino su despedida fue, espero que disfrutes de mi “Cubita, la mentirosa”.
“Cubita, la mentirosa” es la mejor descripción de lo que vi en La Habana. Una ciudad indudablemente hermosa, llena de atractivos turísticos, de arte y cultura, calles seguras y de gente amable. Una ciudad llena de casas coloniales preciosas, pero viejas, muchísimas necesitan restauración. La parte turística que está muy bien delimitada es perfecta, llena de color, de negocios: principalmente restaurantes, bien decorados que ofrecen comida deliciosa y de gran variedad, pero mientras recorres sus alrededores y te desvías un poco de esa zona se puede observar calles desaseadas y un entorno que denota pobreza.
El síntoma de las grandes carencias se confirma ya que, todavía hay mujeres que te dicen ¿Tiene bombones? ¿No tiene jabón o ropa para los niños?. Esto a pesar que desde el 24 de febrero de 2008 cuando Raúl Castro asumió la presidencia de Cuba, se hicieron algunas reformas positivas, específicamente de carácter económico y se dio “más flexibilidad” para que los cubanos puedan tener sus propios negocios.
Solo entendí que no a todos les resultaba fácil sujetarse a esas “flexibilidades” cuando al conversar con el dueño de un restaurante en el Callejón de los Peluqueros, en pleno Centro Histórico de La Habana, me contara que el Gobierno tiene perfectamente controlado los sitios donde realizan las compras, el tipo de productos que adquieren, la cantidad de clientes que tienen. Cuando pregunté cuánto pagaba por funcionar, no dio una cifra, únicamente respondió que era “cantidad de dinero”.
El control gubernamental es en todo tipo de negocio. Sonia, quien me rentó el departamento durante mi estadía, me hizo firmar un libro en el que constaban todos los datos del pasaporte, especialmentos los números y códigos, había alguna información extra también. “Es que nos piden estas cosas por control”, me dijo mientras firmaba ese libro de visitas.
Este control es, sin lugar a dudas necesario, de alguna manera evita posibles abusos y sobre todo en una economía centralizada como la cubana, hay que evitar la propagación de las desigualdades e inequidades que se empiezan a generar por las diferencias en los ingresos.
¿Por qué Cubita, la mentirosa?
Porque en los restaurantes un extranjero come muy bien, pero los cubanos que trabajan en el sector público y ganan $35 al mes, dificilmente lo pueden hacer. Una cuenta promedio para dos personas: alguna entrada, dos platos, un par de cervezas y un agua tiene un valor aproximado de $25. En el restaurante ubicado en el edificio Focsa piso 33, que tiene una vista preciosa de toda la ciudad la cuenta por un consumo similar a lo comentado fue de $43. Un daiquiri en sitios tradicionales como La Floridita y La Bodeguita del Medio vale $ 8, en otros sitios, alrededor de $3.75.
Porque al recorrer sus calles es casi imposible encontrar una tienda para comprar agua o alguna golosina, aunque si se ve uno que otro micromercado en algún sector, se ve también varios puestos en los estacionamientos de casas particulares que venden jugos o helados, o tiendas que dicen: Venta Liberada, donde se venden víveres de primera necesidad, y la diferencia de precios es porque son negocios que están dirigidos a otro mercado: el ciudadano nacional que paga con el peso cubano.
La famosa cartilla de alimentos agoniza, pero aún está vigente e indudablemente es de gran ayuda para los ciudadanos. Porfirio, el chofer de otro taxi, me explicó que antes esa cartilla era mucho mejor porque incluía artículos de aseo. Ahora, solo tiene comida como pan, huevos, arroz, fréjol, aceite, de vez en cuando incluyen un paquete de spaguetti y unas pocas cosas más, claro que su costo mensual es muy bajo; pero siempre les falta, con suerte esos alimentos les dura 2 semanas. Si necesitan más van a estos sitios Venta Liberada y pueden adquirir los productos de la cartilla a precios más accequibles o con descuentos.
¿Por qué Cubita, la mentirosa?
Porque sus dos monedas ocasionan la existencia de dos mundos totalmente distintos: el peso cubano (CUP) y el peso cubano convertible (CUC). Un peso cubano equivale a 0.040 dólares. Un CUC, en teoría, equivale a a 1 dólar, pero en la práctica el cambio se hace por $1,25.
El CUP es utilizado por los nacionales y el CUC fue creada para que los turistas paguen su hospedaje, taxis, compras, comida, esta dualidad genera de alguna manera desigualdades, porque solo un segmento de la población tiene facilidades para disponer de CUCS, y son los dueños de los negocios ya enumerados, y además los que reciben remesas del exterior, para el resto de la población la situación puede ser un tanto angustiosa.
Básicamente, el peso cubano es utilizado para poder transportarse en bus, comprar los alimentos de la cartilla de alimentos y en algunos negocios particulares de venta de jugos y helados. El pasaje cuesta 0.40 (0,034 centavos de dólar), un helado sale en unos 0,06 centavos de dólar y un jugo por 0,08 centavos de dólar.
Aunque no todos, pero la mayoría de los locales y restaurantes si dan la alternativa de pagar las compras en cualquiera de las dos monedas. Por poner un ejemplo, si una bebida vale 5 CUC en un restaurante, su valor en peso cubano es de 125.000.
Al investigar un poco sobre este tema de la doble moneda. El Gobierno de Castro analiza la posibilidad de unificarla, sin embargo no se ha hecho porque se presentan una serie de problemas, de cómo armonizar costos, ingresos, gastos y poder adquisitivo de la moneda y qué hacer con aquellos ciudadanos que viven de la jubilación. Según datos de 2014, el 20% de la población en Cuba tiene más de 60 años. Más de 2 millones de personas son adultas mayores de los 11,48 millones de habitantes.
La pensión jubilar, en promedio es un equivalente a $15 mensuales. Porfirio me dijo que ese dinero no alcanza, pero al menos se han buscado alternativas para quienes solo cuentan con ese ingreso: los comedores del Gobierno que por un precio muy ecónomico preparan las 3 comidas “es una comida muy mala, pero bueno es una solución”, aseguró, y añadió que e los cubanos están conscientes que llegará el momento en que tendrán una sola moneda.
Algunos ciudadanos, especialmente los jubilados, para incrementar en algo sus ingresos le apuestan al recicleja de botellas. Un costal de botellas plásticas se puede vender al Gobierno por unos $3.
¿Por qué Cubita, la mentirosa?
Porque no se entiende cómo funciona, hay muchas contradicciones. En las calles se ve circulando autos de todo tipo desde los más antiguos hasta los más modernos, incluso de alta gama como BMW, Mercedes Benz y Audi.
La mayor parte de la población, especialmente los más jóvenes caminan con sus celulares o tablets, pero el acceso al internet es limitado. Sin embargo, ya no es tanto como lo era hace 10 años, que solo ciertos trabajadores gubernamentales podían acceder a este. Ahora es accequible para todos. En ciertos parques hay puntos WiFi y comprando tarjetas es posible conectarse. Es interesante ver como decenas de personas se sientan en donde pueden y están chateando o haciendo llamada por video, supongo con sus familiares en otros países, durante horas. Justo al lado del lugar donde estaba hospedada había un parque y constaté que varias personas que se quedaban hasta la madrugada sentados para seguir “conectados”.
En el fondo, pensaba que no se dan cuenta lo afortunados que son de no tener internet todo el tiempo. Ellos tienen la oportunidad de disfrutarse viéndose a los ojos, y no como nosotros que muchas veces nos perdemos de la gente por ver un celular, o lo que es peor reemplazamos a una visita por un chat.
¿Por qué Cubita, la mentirosa?
Porque con el cuento de que los sistemas de salud y educación son gratuitos vs. un salario de $35, una jubilación de $15 mensuales, una cartilla de alimentos extremadamente básica, cobros excesivos para que puedas convertirte en un “empresario” , internet limitado se demuestra que cada ciudadano ha pagado y con creces “cada beneficio que ofrece el socialismo”.
Sí, hay muchas cosas positivas que vale la pena comentar, a más de la historia, la cultura y la belleza de la ciudad, playas como Varadero que son un pequeño paraíso, se respira seguridad, y especialmente la calidad humana y actitud solidaria de sus habitantes son un ejemplo que vale la pena emular.
Me inicié en el periodismo escrito en 2003. He sido parte de varios medios ecuatorianos, al principio, escribiendo noticias y temas económicos para los diarios Hoy y Expreso. Luego fui a El Comercio como parte del equipo de la revista juvenil Xona. Nuevamente regresé al diario Hoy, donde fui editora Internacional. Trabajé en diario La Hora, en la redacción digital como Community Manager.
Me gradué de Licenciada en Comunicación en la Universidad Católica de Quito. Tengo una maestría en Periodismo Digital por la Universidad de las Américas (UDLA). Tengo poca experiencia en fotografía, pero trato de mejorar con cada toma que hago, porque es otra de las cosas que me encanta hacer. Actualmente hago periodismo digital y marketing.