El problema principal en España es el territorial, porque, sin solucionarlo, es imposible atender a lo que interesa, formar gobierno. Y la constitución de un gobierno se presenta difícil.
Marcelino Flórez
Han ocurrido más cosas, pero la principal ha sido el vendaval nacionalista. El fuego de las calles de Barcelona, auspiciado por la sentencia del procès, ha determinado la composición de las Cortes de España.
En todas partes han ganado los nacionalistas y en todas sus versiones: los nacionalistas extremos de la unidad de la patria, los que impulsan a los CDR, los moderados y los radicales de Euskadi, los que habían desaparecido en Galicia, todos en todas partes, hasta Teruel ha aportado su identidad territorial.
El vendaval nacionalista ha anulado cualquier otra opción, particularmente las que intentaban hablar de lo importante, de los problemas de la gente y, sobre todo, de la destrucción de la naturaleza, que nos conduce a un colapso civilizatorio, lo que ya no es una hipótesis, sino una realidad presente. Más País ha naufragado en este vendaval, aunque hay más razones que explican esto.
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El problema principal en España es el territorial, porque, sin solucionarlo, es imposible atender a lo que interesa, formar gobierno. Y la constitución de un gobierno se presenta difícil.
El Partido Popular ha cerrado el paso, poniendo sobre la mesa el programa, para destacar las diferencias con el programa del PSOE, y, por si no quedaba claro, exigiendo la dimisión de Pedro Sánchez.
Con VOX no se puede contar, no sólo porque se descarten ellos mismos, sino porque no se puede aceptar el mensaje de odio, un mensaje de xenofobia, de homofobia, de machismo, que, junto a las llamas catalanas, le aupado al poder.
Los independentistas catalanes tienen también cerrados todos los caminos, mientras no reconozcan el error (o delito) de los días 7 y 8 de septiembre de 2017.
Con todos los demás se puede hablar y alcanzar acuerdos, aunque Unidas Podemos, a través de su poderoso líder, ha establecido ya su barrera, la misma que condujo al fracaso en las anteriores elecciones, el condicionante de una coalición antes de negociar cualquier cosa.
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Preocupa esta actitud, como ya preocupaba en abril, cuando UP cayó desde los 71 hasta los 42 escaños; luego perdió casi todo en municipios y regiones, pero insistió con más fuerza en la condición de la coalición; ahora pierde 7 escaños más, a pesar de lo cerrado que ha sido el apoyo de sus coaligados, y sigue insistiendo en poner condiciones. Mal comienzo, desde mi punto de vista.
La otra cosa que se dilucidaba en estas elecciones era el dictamen sobre la culpabilidad en el fracaso de la legislatura que no llegó a iniciarse. La sentencia de los votantes reparte las culpas entre PSOE y UP, aunque en distinta proporción: al PSOE le han restado tres escaños, conserva el 97,5 por 100; a Unidas Podemos le han restado siete escaños, conserva el 83,3 por 100, es decir, sale peor parado.
Quizá una parte de la debacle de Ciudadanos tenga también algo que ver con el bloqueo gubernamental. La discusión acerca de la culpabilidad en el fracaso de la gobernabilidad está cerrada con la sentencia de la ciudadanía: al PSOE le ha correspondido el 2,5 por 100 de la culpa, al UP, el 16,6. Insistir en este debate no es más que perder el tiempo.
El dilema de la Izquierda Española
El otro aspecto relacionado con estas elecciones, que a mí me interesa, es el estado de la unidad de la izquierda. Alguna cosa se va aclarando, a pesar de la confusión inicial. La primera constatación es que la fórmula de la coalición de izquierdas no sirve, está agotada.
Unidas Podemos ha cerrado ese camino y la situación ya no tiene vuelta atrás. Ninguna fórmula que no contemple apertura democrática, con primarias en cada circunscripción y con elaboración participada de programas, tiene salida. También se va aclarando otra cosa: la reconstrucción de la izquierda ha de construirse con federalismo territorial en España.
El futuro será una agrupación federal o será irrelevante. Por cierto, esta es también la única salida que veo para la formación de un gobierno en el momento actual, una agrupación federal con todos los que quieran formar parte de ella, sin más condición que el respeto a la Constitución vigente.
Seguimos difundiendo aquello en lo que creemos y por lo que siempre hemos luchado, los derechos del movimiento indígena, de las mujeres o warmis, de los grupos LGTBI, de los trabajadores y los derechos de cuidar a la naturaleza.
Múltiples voces, distintas ideas, pensamientos y miradas.