Los Diablos de Luzón y las Mascaritas renacen este Carnaval 2022 tras dos años de «descanso» por la Covid-19. Los diablos entre infernales y mágicos surgen desde las entrañas de la Madre Tierra alcarreña para alertar del despertar de la primavera. Y lo hacen cada sábado de carnaval. as mascaritas son las otras protagonistas de esta ancestral tradición. Personajes con su cara cubierta con un pañuelo blanco, y con coloridas vestimentes, a quiénes los diablos respetan y protegen.
Origen de la fiesta
El carnaval de los Diablos de Luzón tiene lugar en la comarca del Señorío de Molina, en la zona del Alto Tajo, a 98 km de Guadalajara, en el pequeño pueblo de Luzón. Los diablos entre infernales y mágicos surgen desde las entrañas de la Madre Tierra alcarreña para alertar del despertar de la primavera. Y lo hacen cada sábado de carnaval. Este año han resurgido tras dos años de «encierro» ante la pandemia por la Covid-19.
Hay quién remonta su origen a las ancestrales tradiciones paganas celtas; ligadas a los rituales de fecundación de la tierra; que estos pueblos realizaban en medio de entornos naturales, en los días próximos al equinoccio de primavera. Su vestimenta entera de negro, sus grandes cuernos, sus negros rostros pintados de hollín y aceite y sus cencerros, contribuyen a la leyenda. Además llevan en la boca un enorme trozo de patata, que tallan en forma de dientes y que los hace aún más sobrecogedores.
Las mascaritas son las otras protagonistas de esta ancestral tradición. Personajes con su cara cubierta con un pañuelo blanco, y con coloridas vestimentes, a quiénes los diablos respetan y protegen.
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La fiesta comienza cuando al inicio de la tarde los diablos eligen un lugar secreto; cada vez diferente, para su ritual de transformación en los oscuros y mágicos demonios. Allí tizna sus rostros y sus brazos de hollín y aceite. Ya van con sus vestimentas negras. En la cabeza, asentadas en una almohadilla, colocarán las pesadas cornamentas. Y de su cinturón colgarán los escandalosos cencerros que luego harán sonar, con sus movimientos de caderas. Los diablos puedes ser mujeres y hombres, niñas y niños.
Poco a poco irán llegando las mascaritas, elegantes, coquetas, buscando la protección de los diablos. También llevan un bastón o vara, con la que golpearán a los diablos que olviden su deber de protección y cuidado.
Con diablos y mascaritas juntos empezará el escandaloso desfile, al sonar de los cencerros, por las calles de Luzón. Los visitantes correrán de un lado a otro, evitando que los diablos les tiznen en sus rostros.
Y así seguirá el deambular por las calles de Luzón hasta el anochecer, los diablos tiznando a los curiosos que se acercan y las mascaritas con su elegante caminar. Despidiéndose hasta otro año.
Estudios en Economía con especialización en trabajo con organizaciones de desarrollo y sociales. Content Manager en Masquemedicos, portal especializado en salud en España, Ecuador, Chile, Colombia, México y Venezuela. Experta en formulación y gestión de proyectos sociales y en investigación social y movimiento indígena. Proyectos más relevantes coordinados: Los pueblos indígenas del Ecuador protagonistas en la construcción de un nuevo modelo de país. CONAIE. Estado Plurinacional Y Buen Vivir: Debate y Construcción en la Región Sierra del Ecuador. ICCI, Instituto Científico de Culturas Indígenas. Mujeres indígenas y campesinas trabajando por la soberanía alimentaria. Asamblea de Unidad Cantonal de Cotacachi.
Un buen resumen de esta preciosa tradición pero lo de «Madre Tierra alcarreña» me parece poco acertado. En el mismo artículo se explica que Luzón pertenece a la comarca del Señorío de Molina de Aragón, es decir, que en todo caso sería «Madre Tierra molinesa». A pesar de que se tiende a nombrar la parte por el todo extendiendo su gentilicio a toda la provincia, La Alcarria es una comarca diferente (de la que Luzón no forma parte).