Written by: Opinión Política

#DEBATE2017: LA DEMAGOGIA EN ESCENA

Fotografía: Captura de pantalla transmisión Debate

Es difícil recordar un debate en que los candidatos hayan mostrado tan bajo nivel como el del pasado 25 de enero. No es solo por la ausencia casi total de propuestas reales y concretas, la verborrea de frases vacías repetidas hasta el hartazgo, o el acuerdo casi unánime sobre los temas relevantes; los candidatos y candidata se dedicaron a gritar respuestas sin sentido y a cometer errores garrafales con ataques personales que no dejan nada al ciudadano.

Para empezar, la implementación técnica del debate fue deplorable. Los micrófonos no funcionaban adecuadamente, la dinámica fue alterada por la presencia de “barras” de los candidatos, los temas seleccionados eran demasiado amplios y “forzaban” un acuerdo casi unánime entre los candidatos. Por ejemplo, ninguno podría estar en desacuerdo con fiscalizar la corrupción, ofrecer empleo, o ampliar la libertad de prensa. Esto no deja espacio al ciudadano para decidir entre alternativas que deberían ser diferentes.

Además de ello, dentro de cada tema, las preguntas no eran las mismas para los candidatos. Por ejemplo, al hablar del tema de reglas macroeconómicas, había preguntas sobre endeudamiento a un candidato, inversión extranjera a otro, dinero electrónico a un tercero, y dependencia petrolera a otro más. Claramente son temas diferentes entre sí, y aunque puedan estar relacionados, era importante conocer la posición de cada candidato en dichos temas y otros que fueron mal preguntados.

En el mismo sentido, buena parte de réplicas se hacían sin criterio, tanto por parte de los candidatos como por parte de la presentadora. De hecho, cuando no había menciones directas o indirectas, la moderadora daba los 30 segundos correspondientes a réplicas para que cada candidato pueda seguir hablando. El problema es que cuando en este tiempo extra se hacía mención, sí se daba espacio a la réplica, alargando innecesariamente los temas.

Sin embargo, la parte más escandalosa fue el pésimo manejo de temas de los candidatos. Las propuestas vacías, o directamente insensatas (como la mencionada «Ley del bisturí para extirpar la corrupción») daban cuenta que la clase política cada vez va a peor. Los candidatos y candidata quedaron retratados en dos temas esenciales: la corrupción y el desempleo. Para lo primero recurrieron al «viejo y confiable» populismo punitivo. Endurecer las penas, más años de prisión, y hasta «darle un arma a todos los padres de familia» fueron las «brillantes» ideas de la mayoría de candidatos. Con ello solo pudieron mostrar su total ignorancia sobre tratados internacionales de derechos humanos suscritos por el Ecuador, o los propios mecanismos institucionales para reformar leyes de tal tipo. Para lo segundo, la mayoría de candidatos ofrecieron “trabajo por horas» y flexibilización laboral. Ignorancia total sobre legislación laboral vigente. Hay mecanismos que habilitan el trabajo por horas denominado jornada parcial y que permiten al empleador contratar sin que sea a tiempo completo, pero con la obligación de afiliación a la seguridad social.

Por otro lado fue evidente el torpe uso de las replicas por parte de los candidatos. Los candidatos no se dieron cuenta que hacer una mención implicaba inevitablemente una réplica sin contrarréplica, es decir, más tiempo para que otro hable sin oportunidad de responderle. Todos los candidatos siguieron la estrategia de atacar al que va más arriba en las encuestas, pero al hacerlo le estaban dando más espacio para hablar, exponer sus propuestas, y para que muy hábilmente se desmarque del ataque diciendo que no iba a caer en ese juego. Todo esto, sin derecho a responderle. Si algo aprendió Lasso en estos años de campaña permanente ha sido compensar su falta de carisma con habilidad en los debates.

Finalmente, el uso de las barras le restó mucho al encuentro. Fieles al parroquialismo que caracteriza nuestra política, los candidatos llevaron a un séquito de seguidores que gritaban y hacían barras cada vez que hablaban. Los candidatos no entendieron todavía que, como en un partido de fútbol, el debate no se gana con más hinchas, sino «en la cancha», con mejores argumentos. Habrá que recordarles que el campeonato de fútbol ya inició. Hay que señalar que este escenario fue propiciado por la organización de la Cámara de Comercio de Guayaquil. Entre todas las opciones posibles, decidieron hacer un debate con público.

Después de 10 años de correísmo, es desalentador que las opciones políticas que existen son de tan bajo nivel, con propuestas vacías, y con las viejas mañas de antaño. Algunos analistas consideran que el alto número de indecisos en las encuestas, faltando muy pocos días para la elección, se debe en buena parte al voto oculto o vergonzante. Puede ser, por el contrario, que lo vergonzante sea la oferta política para estas elecciones.

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