Quedan apenas 4 días para las elecciones generales en España y los días lunes y martes pasados se han realizado los 2 debates más importantes entre candidatos de la campaña electoral. El primero en la televisión pública RTVE y el segundo en el consorcio Atresmedia. La tónica, como suele suceder en estos eventos ha sido la de confrontación, interrupción y, por supuesto, mentiras. Aun así, hay mucho que analizar, tanto en los mismos debates, como del impacto que tuvieron en redes sociales.
Los Candidatos
Para ambos debates concurrieron candidatos de las 4 formaciones políticas más importantes hasta el momento a nivel nacional en España. Pablo Casado, secretario general del Partido Popular (PP), Pedro Sánchez, secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pablo Iglesias, secretario general de la coalición Unidas Podemos y Albert Rivera, secretario General de Ciudadanos (Cs). Esta continuidad de los candidatos en los dos debates hizo (relativamente) posible que se pueda seguir un hilo y comparar tanto las propuestas como las actitudes de cada uno en las dos noches.
Pablo Casado usó una habitual estrategia de dirigirse al candidato en el gobierno e ignorar al resto de participantes. Ubicó como principal interlocutor a Pedro Sánchez y al PSOE, tanto actual como en gobierno anteriores. Casado intentó plantear la disputa como si se tratara de unas elecciones entre PP y PSOE, como hace años. Acusaciones de asociarse con “los que quieren romper España” y que el PSOE en sus diferentes gobiernos ha generado cero plazas de empleos han sido una constante en las diatribas de Casado contra Sánchez. Además de ello, Casado habló con muchas cifras e incluso mostró gráficos. Sin embargo, diferentes medios y agrupaciones que velaron por la veracidad en el debate encontraron un mar de mentiras y medias verdades en los números que mostraba Casado en los debates. [https://www.eldiario.es/eldetectordementiras/mentiras-pronunciadas-candidatos-electoral-RTVE_0_891710875.html]
Pedro Sánchez, por su parte, parecía ignorar las acusaciones que venían de Casado y algunas de los otros participantes. Su presencia en los platós de los debates pareció bastante parca y carente de propuesta. Bastante silencio y evasión en su participación en el debate. Parece que la estrategia utilizada ha sido coherente con el hecho de que se encuentra en una posición de gobierno y las encuestas favorecen a su partido. Y como es conocido en España, cuando algo parece funcionar bien no hace falta tocar nada.
Pablo Iglesias se mostró más conciliador que de costumbre, pidiendo a los otros candidatos que no haya insultos ni interrupciones. Una de las cuestiones relevantes planteadas por Iglesias fue el hecho de que el siguiente gobierno necesariamente deberá ser un gobierno de coalición y extendió la mano al PSOE para formar gobierno, a la vez que emplazaba a Sánchez a decir con quien va a pactar luego de las elecciones. Como siempre, Sánchez no se dio por aludido. Iglesias parecía tener claras las propuestas y no se desviaba de los temas planteados, y además tuvo un par de gestos (como llegar en taxi, llevar una asesora mujer al segundo debate, o aclarar que ningún partido político puede hablar por el movimiento feminista y menos los cuatro candidatos varones que se encontraban en el debate) que no pasaron desapercibidos.
El candidato que la pasó peor en ambos debates fue Rivera. Mucho nerviosismo y poca claridad en sus intervenciones. Casi no se presentó propuestas concretas como programa de gobierno y como siempre, utilizó el asunto de Cataluña como escudo y lanza para hablar de cualquier otro tema. Otra de sus estrategias más utilizadas fueron las constantes interrupciones a los demás candidatos. De hecho, Rivera protagonizó algunos de los momentos más caricaturescos de los debates. Uno cuando mostró una foto enmarcada de Sánchez con el presidente de la Generalitat de Catalunya, Quim Torrá. Otro cuando, en conmemoración del día de Sait Jordi, entregó una copia de la tesis doctoral de Sánchez… al propio Sánchez, acusándolo que no ha leído ese “libro”. En otra de sus interrupciones dijo literalmente a Pedro Sánchez “¿Ya terminó usted de mentir? Ahora me toca a mí”, lo que quedó retratado en las redes como uno de los momentos más bizarros del debate [https://twitter.com/Tio_Bartolo/status/1120792012905750529]. Finalmente, cerca de finalizar el segundo debate, cuando Iglesias hablaba de impuestos y harto de las constantes interrupciones de Rivera, lo encaró llamándolo maleducado e impertinente, “con todo cariño” y dejándolo literalmente sin palabras.
¿Para qué sirve un debate?
Idealmente los debates políticos sirven para informar sobre programas y propuestas políticas de los candidatos y partidos. En el contexto del debate se confrontan estas propuestas con la intención de convencer al elector de votar por una u otra opción, de manera informada, tanto del contenido del programa, como de la idoneidad del político al manejar los temas y expresarse.
Sin embargo, hace mucho tiempo, y sobre todo en países con democracias de baja calidad, los debates han sido utilizados únicamente para la confrontación de personajes políticos mediante acusaciones, mentiras e insultos. Se ve muy poco sobre los programas políticos y justamente esa parte es la que menos llama la atención de la audiencia. Es decir, los debates políticos, como cualquier otro producto de consumo masivo, se han manipulado hasta el punto de ser otro contenido más de entretenimiento.
Hoy por hoy hay muy poco de convencer a los ciudadanos mediante la exposición de ideas y programas. Los que ya están convencidos verán maravillas en sus candidatos y pestes en los otros, haciendo uso del sesgo de conformación; y los indecisos, con algo de fortuna, se decidirán por el candidato más guapo, el que más grita o el más gracioso.
Del mismo modo, es difícil considerar quién es el ganador de un debate. Así como cada persona tiene sus afinidades políticas, cada medio de comunicación tiene sus propios gladiadores a quienes echará flores, sea cual sea su rendimiento. Para ejemplo están los artículos publicados por ABC, donde se da por buena la participación de Casado y por casi irrelevante la participación de Iglesias. Para bien o para mal, los debates políticos hoy no solo son un asunto de la tevé, y las redes sociales como Twitter o Facebook dicen mucho de las reacciones de la ciudadanía durante estos eventos.
Redes
Lo que se refleja en las redes proviene en parte la propia interacción de los usuarios, y en parte del propio diseño de la red social. Como menciona Ernesto Calvo [https://eva.udelar.edu.uy/pluginfile.php/898793/mod_folder/content/0/Calvo_2015.pdf?forcedownload=1], los algoritmos detrás de lo que vemos en las redes hacen que nos encontremos en cámaras de eco sin darnos cuenta. Establecen relaciones y aprenden de nuestro comportamiento para darnos un contenido a medida. Esto no es malo en sí mismo, ya que sería imposible e indeseable estar expuestos a la totalidad de las interacciones generadas en el entorno digital sobre algún asunto. Sin embargo, estas cámaras de eco parecen tener efectos en la creciente polarización política que últimamente miramos sobre muchos asuntos. Los debates previos a las elecciones generales del 28 de abril no escapan a esta regla y como se puede ver, han generado cámaras de eco que reproducen interacciones entre sí. Estas «cámaras de eco» pueden entenderse como comunidades políticas que se generan alrededor de un partido, un candidato, una idea o un mensaje. Los contenidos de esos mensajes y las interacciones que generan dicen mucho de el énfasis que cada candidato da a ciertos temas y cómo los posiciona en la campaña. Por ejemplo, en un análisis de sentimiento realizado por el profesor de la Universidad de Salamanca, Rodrigo Rodrigues-Silveira, se puede ver las palabras con contenido negativo que cada candidato usa con mayor frecuencia en sus respectivas cuentas de Twitter.
Exceptuando Pablo Iglesias, todos los otros candidatos comparten la palabra “violencia” entre sus dos primeras palabras más usadas. Además, es interesante que Santiago Abascal, líder de VOX, comparte con Rivera una alta frecuencia del uso de las palabras “golpe” y “odio”, lo cual refleja su posicionamiento sobre Cataluña. Por otro lado, Sánchez e Iglesias cuando usan términos negativos se refieren con frecuencia al “tiempo” a la “lucha” y a la “pobreza”, lo cual va en concordancia con sus programas electorales de corte más social. Finalmente, Casado habla mucho de “evitar”, “deuda”, y “pasado” en clara alusión al enemigo político actual, como el PSOE.
Aún está pendiente mirar rol de los perfiles de usuarios «verdaderos» y «falsos», y el cada vez más creciente uso de contenido visual que usa el sarcasmo o la ironía. Para ello hay formas de atribuir «sentimientos» a cada mensaje y verificar las relaciones entre seguidores y seguidos, por ejemplo, para identificar a usuarios verdaderos y a bots y trolls.
Queda claro entonces que, aunque los debates ya no tengan el mismo papel que idealmente se lo quería dar y que han pasado de ser un acontecimiento político a ser un contenido de entretenimiento, también han dado el salto a la esfera digital con todas las credenciales para ser un acontecimiento de relevancia. A los ojos de sus seguidores, cada candidato es un ganador, pero a los ojos de los críticos, cada candidato y sus seguidores son objeto de escrutinio.
Doctor en Estado de Derecho y Gobernanza Global por la Universidad de Salamanca. Es psicólogo político y está interesado en el comportamiento político, tanto de la ciudadanía como de las élites. Actualmente también desempeña labores como asistente e investigador en Flacso España.
Quito, Ecuador