Diez años atrás, cuando en enero del 2017, el Econ. Rafael Correa hizo referencia a la “Banda Presidencial” (que habían hecho las hermanas del Buen Pastor Contemplativas, del monasterio del norte de Quito), algo que para muchos no tenía “importancia”, a mí me llamó la atención cuando mediante decreto dijo que esa “Banda” debía ser sagrada y debe ser el símbolo del traspaso del poder de Presidente a Presidente, lo cual, era bueno porque parecía que quería imitar a la tradición indígena, donde el símbolo del poder y el encargo del poder al gobernante está en un “bastón o vara de mando”, que es traspasado de autoridad en autoridad de forma secuencial. Para los indígenas quedarse con la vara de mando es quedarse con el poder, algo así como dictador que no quiere soltar el cargo.
He tomado ya como algo normal las barbaridades y estupideces que ha dicho Rafael Correa: la “corrupción no es corrupción sino acuerdo entre privados”, la “coima no perjudica al presupuesto del Estado”, la “coima no es coima sino una propina al funcionario público”, “no es delito que un exministro reciba un millón de dólares, el problema es que no declaró el impuesto al IVA”, entre otras.
Cuando él dijo que se queda con la banda presidencial hasta lo tomé como broma y dije que Rafael Correa creo que padece del síndrome de cleptomanía, porque va a llevarse hasta el símbolo del poder, y de forma satírica exterioricé que si “Correa se lleva la banda presidencial yo me llevo la silla legislativa”.
Sin embargo, lo tomo en serio cuando días después Rafael Correa exterioriza su egoísmo, arrogancia y hasta su odio a su sucesor cuando dice “La banda presidencial le queda grande al presidente electo, no se puede desperdiciar, es mejor que se haga una a su medida”.
¡Terrible! No es el tamaño, no es cuestión de cortar o alargar, es el significado que implica el traspaso del poder a través de la entrega de la banda presidencial como un símbolo, y lo que el Presidente saliente está diciendo es que el poder va a seguir en Correa, y que si quiere usar la banda presidencial que la mande hacer.
Conozco que también los pueblos indígenas entregarán la “vara de mando” a Lenín. Esa vara debe ser la que los indígenas entregaron en Zumbahua, porque de eso nadie ha dicho nada. De seguro Rafael Correa dirá que esa vara también le “queda grande” y no le entrega.
En fin, Correa no traspasará ni la banda porque le queda grande, ni la vara porque cree que es un regalo de los indígenas, ni la silla porque Lenín se va con la suya y no necesita, ni el PODER, porque el poder es él y de nadie más.
Si ya mandaron hacer una banda, de seguro estarán haciendo un nuevo bastón o vara. Por lo que, si todo es nuevo, Lenín está obligado a construir un nuevo estilo del ejercicio del poder de forma y de fondo, y que no dude que Correa saldrá a decir que también el puesto le quedó grande a su sucesor.
La banda no es cuestión de tamaño sino de simbolismo y humildad.
Pertenezco al pueblo kichwa. Doctora en Jurisprudencia en la Universidad Central del Ecuador, con un Master en Ciencias Sociales en la Facultad Latinoamericana en Ciencias Sociales. Especializada en temas del movimiento indígena y popular. Asambleísta Nacional por el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik. Subsecretaria de Desarrollo Rural en el Ministerio de Bienestar Social. Secretaria Ejecutiva del CODEMPE, Consejo de Desarrollo de las Nacionalidades y Pueblos del Ecuador. Actualmente representante de los Pueblos Indígenas ante Naciones Unidas.