Written by: Destacadas Opinión Política

LA AUTONOMÍA UNIVERSITARIA HA MUERTO

Las universidades ecuatorianas vegetan a la falta de un proyecto científico, social, tecnológico, humanístico, y cultural que las oriente. Los diez años pasados acumularon reglamentaciones estériles y prácticas seudo académicas cuyo resultado es el que vemos hoy: crisis en la universidad pública, desafuero de las privadas, nulo desarrollo científico-tecnológico, ausencia en los debates y propuestas serias sobre las más importantes tareas ambientales y sociales. Por otro lado está el problema del ingreso de miles de jóvenes que no alcanzan los puntajes, por lo que se ven impelidos a buscar plazas de trabajo, que no hay, con lo que se configura una cruel espiral.

Universidad Central del Ecuador

Fotografía: Universidad Central del Ecuador

Marco Villarruel A.

Dos acontecimientos que se suscitan en los predios universitarios  nos dan la oportunidad de comentar sobre la situación en que viven las universidades del Ecuador. 

El primero, el más importante, es la intervención del CES (Consejo de Educación Superior) a la Universidad de Guayaquil por un caso de crisis institucional. En otras palabras se trata de una franca violación de la autonomía universitaria ya que la presencia de personajes políticos ajenos, y otros de aparente trayectoria académica, nombrados desde la instancia política, pretenden reorganizarla. Como en los tiempos de las dictaduras.

La ley (LOES) reformada hace pocas semanas, mantiene la orientación reitera la vigencia de expresiones disfrazadas de académicas como las de un economicismo  competitivo, que estimula el tecnicismo comercial, socialmente inocuo. El cultivo de la ciencia, de aquella  que hace a las universidades templos de la sabiduría y el conocimiento, del humanismo y de la defensa de la naturaleza, de los derechos humanos, desapareció, aunque se utilicen frases engañosas. Ahora son formadoras de ejércitos de desocupados, desprovistos  del alma transformadora y creadora de arte, ciencia y cultura.  Meras máquinas de reproducción del pensamiento dominante y colonial. En este sentido el daño hecho a la universidad ecuatoriana durante el gobierno de Correa y Ramírez no ha sido subsanado.

Las universidades ecuatorianas vegetan a la falta de un proyecto científico, social, tecnológico, humanístico, y cultural que las oriente. Los diez años pasados acumularon reglamentaciones estériles y prácticas seudo académicas cuyo resultado es el que vemos hoy: crisis en la universidad pública, desafuero de las privadas, nulo desarrollo científico-tecnológico, ausencia en los debates y propuestas serias sobre las más importantes tareas ambientales y sociales. Por otro lado está el problema del ingreso de miles de jóvenes que no alcanzan los puntajes, por lo que se ven impelidos a buscar plazas de trabajo, que no hay, con lo que se configura una cruel espiral.

El presidente de la Comisión Interventora de la Universidad de Guayaquil ha cesado e sus cargos a los decanos y ha anunciado otras medidas que debían ser asumidas, de ser el caso, por el propio claustro académico, todas estas resoluciones son una violación a la autonomía universitaria. No es esa la forma ética ni académica de solucionar los problemas, tanto más que las intervenciones en Loja, Latacunga, Guayaquil, se ejecutaron con criterio político y no han logrado solucionar el origen de las crisis.

Las  determinaciones legales que inducen a la conformación del CEAS, CEAACES, CEA, deben  modificarse, recrearse con la participación de personas que tengan experiencia en la docencia y la conducción académico-administrativa. Ellas deben estar lo suficiente lejos del Ejecutivo a efectos de conseguir modelos de gobierno autónomo, tan necesario para el desarrollo del pensamiento propio en todas las áreas del conocimiento.

Universidad Central del Ecuador

Fotografía: Universidad Central del Ecuador

Las universidades deberían declararse en transición mientras se discuten las verdaderas reformas, y una forma de hacerlo es aprovechar el proceso electoral como el que se desarrolla en la Universidad Central a efectos de convertirlo en un laboratorio de ideas en el marco del cogobierno y encontrar lo que podría ser un marco normativo, un modelo académico acorde con lo que el país necesita.

Los requerimientos actuales tienen que ver con los procesos de admisión, evaluación, mallas curriculares, movilidad, acreditación, bajo la conducción de docentes calificados e idóneos, con planes viables de investigación y vinculación, deberán hacerse lejos de los escritorios de los burócratas y más bien cerca de la dinámica social ecuatoriana.

Es hora de plantear nuevamente la necesidad de alejar al SENASCYT del gobierno de las universidades porque es una situación incongruente . La promoción de la investigación científica no avanzará mientras el  Director de Senascyt esté ocupado en intervenir universidades o de desfilar cuando se acaban las intervenciones, tal como hizo René Ramírez en Guayaquil.

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