Written by: Destacadas Entre dos tierras

Alzheimer o el día en que se deja de ser uno mismo

Acabo de leer la última página del libro Siempre Alice de Lisa Genova. Está por demás decir que el libro es mucho mejor que la película, por los detalles, los diálogos, los hechos… No hay comparación. Se me fueron las lágrimas, por supuesto, nadie en este mundo está preparado para perder, al menos por voluntad propia,  lo único que nos ha ido formando lo que somos: nuestros recuerdos,  nuestras capacidades de ser y de llegar a ser.

La historia nos narra las sensaciones de Alice, una mujer súper exitosa que, como a cualquiera puede pasarle, es diagnosticada con Alzheimer temprano por una cuestión genética. No hay que tomarlo a la ligera o pensar  que un caso así puede estar lejano en nuestra vida.

Alice empezó con olvidos insignificantes, que les atribuyó al estrés, a síntomas de menopausia, a … a… Nunca pensamos que las cosas pueden tornarse más complicadas, pero tampoco debemos olvidar que en el mundo 47,5 millones de personas padecen demencia, y que cada año se registran 7,7 millones de nuevos casos. De estos, un 70%  corresponden al Alzheimer, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En  Ecuador no hay cifras  precisas, pero se habla de unos 100.000 casos, en su mayoría  afectan a las personas de la tercera edad.

Alice decidió ver al neurólogo cuando empezó a desubicarse en los lugares comunes para ella. Justamente estos son los síntomas de un Alzheimer temprano. Como no hay cura para el deterioro de las capacidades cognitivas, en poco tiempo pasó al deterioro intermedio, su propia casa ya se tornaba desconocida,  olvidaba nombres de personas conocidas, le costaba mucho leer, ver películas e incluso comunicarse, se volvió totalmente irritable ante esa sensación de sentirse cada vez más inútil, hasta llegar a la tercer fase, en la que Alice deja de ser Alice, y ya no puede ubicarse ni entender la propia dinámica familiar,  no reconocía a su hija menor, mucho menos su propia existencia por lo que se ha convertido en la nueva Alice, una persona totalmente dependiente.

Alice sabía lo que le esperaba,  apenas fue diagnosticada le pidió a su esposo  que haga un break a su trabajo para que puedan disfrutar, sin presiones, un año juntos, pues sería el último en que ella sería ella. Pensaba yo lo fácil  que  resulta para los seres humanos perdernos, por estrés, por problemas laborales, por líos amorosos, por desacuerdos con amigos, por…por … por … hasta porque no hago lo que me gustaría hacer o hasta por no ser capaces de tomar las riendas de nuestra propias vida.

La ventaja que tenemos es que podemos reconstruir todo el tiempo y empezar, pero iniciemos conscientes de que la hora de disfrutar es hoy, la hora de hacer lo que queremos es hoy, la hora de sonreír es hoy y la hora de correr de donde no debemos estar es hoy, este instante, al menos los que gracias a Dios, al universo, a las energías, o aquella fuerza superior en la que creamos, tenemos la oportunidad de conservar todos esos recuerdos, tenemos la capacidades de expresarnos sin la obligación de solo sonreír, porque no podemos conectar las palabras.

Esa es la ventaja que aún tenemos las personas afortunadas de no estar condenadas al olvido, al menos por ahora, porque nadie sabe que nos espera.

La OMS prevé que el número de personas con demencia en el mundo pase de 75,6 millones en 2030 a 135,5 millones en 2050.

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