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EL ABANDONO DEL AGRO ECUATORIANO

El Agro Ecuatoriano tiene un abandono de 10 años del Gobierno de la ‘Revolución Ciudadana’ al centrarse solamente en el cambio de la matriz productiva.

Fotografía: Patricio Realpe

Siempre cuestioné como ciudadana ecuatoriana ese afán del Gobierno de la Revolución Ciudadana de centrarse solamente en el cambio de la matriz productiva para que Ecuador se convierta en un país exportador de servicios, en desmedro de las reales potencialidades que tiene el país, como es el sector agrícola.

Obviamente no está mal explotar otras áreas, pero siempre y cuando no se descuiden las ya existentes.  ¿Qué nos ocasionó esta transformación impulsada en los últimos 10 años (aparte de obras inconclusas y casos de corrupción que ameritan otro artículo)?

Les respondo. El 33,4% de los hogares rurales viven bajo la línea de la pobreza multidimensional. Solo el 21,7% de las familias rurales tienen acceso a servicios básicos.  La juvetud rural en Ecuador representa al 9% del total de la población ecuatoriana,  y está muy desvinculada de su tierra. El 63,6% de estos  jóvenes está en situación de pobreza por Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), un  27,1% se ubica en pobreza extrema, según  el estudio Juventudes Rurales, presentado por la investigadora de Rimisp (Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural) Alejandra Estévez, realizado a jóvenes de 12 a 19 años en las zonas campesinas del país.

Y para rematar, el desempleo dentro de la juventud rural llega al 10%,  y hasta el 75% entra dentro de la categoría de empleo inadecuado.

Estas cifras han generado otro tipo de consecuencias: los padres de esos jóvenes, quienes son los que por ahora trabajan en el campo, tan conscientes del trabajo duro que realizan y lo poco valorado que es, al no tener las compensaciones para llevar una vida digna, tienen un pensamiento claro  “no queremos que nuestros hijos sufran lo mismo que nosotros” y  consideran que el mejor camino para sus chicos es la migración hacia las urbes.

Fotografía: Patricio Realpe

A la par de ese deseo paternal, está la desconexión de la educación rural con el agro y la falta de una guía adecuada para mostrar a las nuevas generaciones las oportunidades que el campo tiene por ofrecer,  no solo para quienes trabajan por su desarrollo, sino para todos los ecuatorianos.

Por otro lado, un 28% de los jóvenes que viven en áreas rurales de las provincias de Sucumbíos, Orellana, Morona Santiago,  Pastaza, Loja, Chimborzao, Tungurahua, Cotopaxi, Guayas, Santa Elena y Manabí, quiere estudiar carreras como Medicina, un 25% Arquitectura, un 22% Derecho y un 18% Administración. Solo el 1% tiene la opción de estudiar carreras  relacionadas con el agro.

Estas estadísticas fueron arrojadas en el estudio Bases para una Propuesta de Reforma de la Educación Rural, del consultor Mauricio Peña, lo que  demuestra que la educación rural de Ecuador  requiere transformaciones integrales y evidencia  la poca valoración que da al agro.

Para Peña existe una crisis  “no de forma, sino de sentido, en la educación rural ecuatoriana”, pues no se está  considerando la diversidad de la ruralidad;  al contrario está transmitiendo  valores urbanos.

De hecho, los centros educativos no se involucran con las actividades de la comunidad. El 89% de los encuestados (641 actores, entre jóvenes, padres de familia, profesores y líderes rurales, de 12 provincias del país) considera que las actividades prácticas del pensum educativo rural son bajas, es decir que no se aprovecha el entorno natural que brinda el campo para enseñar prácticas agrícolas (técnicas de siembra, de ordeño, ecoturismo, entre otras) que apuntan a un desarrollo productivo primero comunitario y luego nacional.

Los testimonios de los líderes corroboran lo que se ve en cifras. Christian Hernández del Gobierno Autónomo Descentralizado Provincial de Esmeraldas (Gadpe) explicó que en esta provincia hay un evidente abandono del campo. Al punto que los jóvenes prefieren tener un ingreso económico rápido y más seguro.  “Muchos trabajan como guardias de seguridad”. Añadió que en esta región “muchos de los centros educativos rurales están cerrados”.

Fotografía: Patricio Realpe

José Pichazaca,  de la cooperativa Mushuk Yuyay en la provincia de Cañar describió una situación similar en la  provincia, Cañar. Sugiere que el cambio en la educación rural debe darse por una priorización de las tradiciones, cultura y raíces de cada pueblo, “se debe valorar la diversidad”.

Mientras que,  Tupak Agualongo del Movimiento de Economía Social y Solidaria del Ecuador (Messe) aseguró que se debe considerar el tema de la comercialización dentro de la formación académica.

Este criterio es compartido por Juan González de Apcsa, quien se pronunció a favor de mejoras integrales en la educación rural, fomentando la igualdad de oportunidades con respecto a las zonas urbanas y enfatizando en aspectos, hasta ahora no considerados, como la relación con el mercado.

 El Grupo de Diálogo Rural de Ecuador (GDR-Ecuador)  tras presentar la investigación de Peña recogió las observaciones de jóvenes líderes rurales, representantes de organismos internacionales de cooperación y ONGs, gremios de productores y de empresas, de universidades y periodistas sobre esta realidad, y entre todos se coincidió que la decisión del Gobierno pasado, el de la revolución ciudadana y la revolución educativa, de alejar a las escuela y colegios de los lugares de su vivienda y  la inexistencia de  maestros especialistas en temas agrícolas, fue totalmente desacertada, pues ambos factores que  son claves para generar la  conexión entre la comunidad,  el campo y la educación rural, fueron simplemente  eliminados.

En busca de una alternativa para paliar en algo  los efectos de la actual educación tal y como está planteada, los integrantes del GDR-Ecuador ya se han comprometido a continuar el esfuerzo de investigación sobre la educación rural y el apoyo a emprendimientos en el campo para involucrar a los jóvenes en las actividades agrícolas.

Fotografía: Patricio Realpe

También  trabajan en activar sus redes de contactos y relaciones para incluir en los debates  a las nuevas autoridades, pues es necesario una reforma estructural  en la educación rural.

“Las autoridades deben estar conscientes de  las transformaciones que están ocurriendo en el campo y que se reconozca la necesidad de diferenciarla respecto a la educación en las ciudades, tanto en contenidos como en métodos para ser más útil al desarrollo de los diversos territorios rurales del país”, precisó el secretario técnico del GDR,  Ney Barrionuevo.

Esperemos que las conversaciones con las autoridades lleguen a soluciones concretas. Fomentar un matriz agrícola sería un buen comienzo.  Un diagnóstico sectorial  del Ministerio de Turismo  realizado en 2014 indica  que en nuestro territorio se originan 30 especies de cultivos y además se lo considera como poseedor de la más grande agrobiodiversidad del planeta.

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