Por Marcelino Flórez:
Las elecciones catalanas del 21-D dejan muchas cosas como estaban, pero aclaran la principal: el referéndum proindependencia lo pierden los independentistas, 2.223.558 votos frente a 2.083.361, ciento cuarenta mil votos a favor del statu quo. Ya había ocurrido, con menos margen, en 2015 y así lo advirtió Antonio Baños, el cabeza de lista de la CUP. Pero los nacionalistas le quitaron de enmedio y procedieron a ejecutar el enorme desarreglo que han originado. Lo demás es una incógnita, pero el referéndum pactado ya no es necesario. (¡Ay de aquellos que lo habían convertido en la alternativa!).
Los analistas demoscópicos lo venían diciendo y Kiko Llaneras lo dejó clarísimo el día 25 de octubre de 2017 en El País: el nacionalismo lleva dieciocho años en torno al 48 por 100 de los votos. Ha vuelto a ocurrir, el voto nacionalista se ha clavado otra vez en el 48. Y hay que recordar que un porcentaje de ese voto no es independentista, quizá hasta el 20 por 100, según dicen las encuestas. Por lo tanto, fin del referéndum sobre la independencia, después de ejecutado el “derecho a decidir”. Y se acabó también hablar en nombre de los catalanes, cuando se hace en nombre de uno o de varios de sus partidos nacionalistas. Fin del procès.
Lo demás sigue igual. Bueno, algunas cosas un poco mejor y otras un poco peor. Ciudadanos puede que haya iniciado la toma del relevo de la derecha y el PP puede haber afianzado su corrupta decadencia. El PSC logra resistir contra viento y marea, aunque desilusionado. Los Comunes han probado los efectos de la medicina que se han administrado con su imperio de la ambigüedad. Y la CUP ha comprobado que, puestos a elegir de lo mismo, es mejor ERC, donde hay gente de rostro bondadoso y no malencarado.
El problema sigue igual. Un territorio partido en dos, una nación quebrada, una sociedad fracturada, una economía desordenada. Confusión y desorden, proximidad al caos. No sé lo que dicen los programas, porque sólo he oído hablar de cientos cincuenta y cinco, de presos políticos o de políticos presos, de la culpa es tuya y de ofensas y contraofensas. El que más lejos ha llegado, Iceta, ha dicho que había un problema territorial, pero no se ha atrevido a proponer en voz alta la federación, porque está agazapada Susana Díaz. No hemos visto propuestas para solucionar el problema objetivo, la fractura de la sociedad, de la economía, del territorio. Rajoy, inconsciente aún de lo que le esperaba, se atrevió a cortar amarras con sus más cercanos y con los menos lejanos, ninguneando a todos. De los nacionalistas, mejor no hablar. Sólo hemos escuchado de ellos victimismo y tozudez recalcitrante. Verdaderamente penoso, el nivel político. Partimos de cero otra vez y habrán de ponerse a prueba los protagonistas. Nos dan tan poca confianza, que nos alegraría mucho ver dimisiones a diestro y siniestro.
Seguimos difundiendo aquello en lo que creemos y por lo que siempre hemos luchado, los derechos del movimiento indígena, de las mujeres o warmis, de los grupos LGTBI, de los trabajadores y los derechos de cuidar a la naturaleza.
Múltiples voces, distintas ideas, pensamientos y miradas.
junts per Catalunya 34
Esq. Republicana 32
CUP 4
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70 independentistas
Ciudadanos 37
PP 3
PSC 17
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65 unionistas