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Fe y dolor en la procesión de Jesús del Gran Poder

La procesión de Jesús del Gran Poder protagoniza el Viernes Santo en Quito. Este día es especial e importante para los católicos, se conmemora la crucifixión y muerte de Jesús. En Ecuador, la procesión es una tradición que se lleva a cabo desde 1961. Este año fueron 2.000 cucuruchos y verónicas que recorrieron las empinadas calles. Algunos con sus pies descalzos, encadenados, cargando cruces, latigándose…

Fe, dolor y agradecimiento en la procesión de Jesús del Gran Poder en Quito. Redacción: Vanessa Estrella @Vane_ET y Fotografía: Gianna Benalcázar @giannabmphoto.

Miguel Cayancela vestido de cucurucho, pero con el torso desnudo elabora una cruz con cáctus. La ata con una cuerda para que quede segura, es un ritual q ue lo practica desde hace 40 años. Cada Viernes Santo participa en la procesión Jesús del Gran Poder, que se celebra en el centro de la ciudad de Quito. Desde muy temprano se concentra en Unidad Educativa Franciscana San Andrés, y se preprara para sentir lo que “Dios sintió”. Cuenta que desde que tenía 14 años acudía a esta peregrinación con sus padres como un espectador.

Miguel Cayancela vestido de cucurucho, pero con el torso desnudo elabora una cruz con cáctus. ©Gianna Benalcázar
Penitentes en la procesión de Jesús del Gran Poder en Quito ©Gianna Benalcázar

Recuerda la primera vez que vio salir a Jesús de la iglesia San Francisco sentía la fe, es difícil de explicar, asegura, pero siendo un adolescente miraba pasar a los penitentes por las calles concentrados y rezando, emitían respeto y fuerza. Entonces, hizo la promesa de que cuando cumpla 18 años se convertiría en un actor activo. Y así lo hizo.

Desde hace ocho años lo acompañan sus sobrinos Mauricio y Wilson, ellos también elaboran su cruz con espinas. El sacrificio y sentir el dolor es un homenaje que hacen a Dios.

Miguel dice que aprovecha el recorrido de 3.3 kilómetros de esta procesión por las calles del centro de Quito para agradecer. Hace varios años su hija Melany tuvo una infección de oído grave, la única solución, según los médicos era una cirugía riesgosa. Sin embargo, luego de encomendarla a Dios, la pequeña se curó. Para él, es una gran prueba del amor inmenso que cae desde el cielo para sus hijos, y el poder de la fe.

Fe y devoción en la procesión de Jesús del Gran Poder ©Gianna Benalcázar
Cucurucho cargando una cruz en la procesión de Viernes Santo en Quito. ©Gianna Benalcázar

El Viernes Santo es un día especial e importante para los católicos, se conmemora la crucifixión y muerte de Jesús. En Ecuador, la procesión es una tradición que se lleva a cabo desde 1961. Este año fueron 2.000 cucuruchos y verónicas que recorrieron las empinadas calles. Algunos con sus pies descalzos, encadenados, cargando cruces, latigándose, amarrados sus torsos con alambre de púas, otros, orando, llorando mientras alzan fotografías de sus seres queridos, o sosteniendo velas y flores.

Jesús del Gran Poder recorriendo las calles de Quito en Viernes Santo. ©Gianna Benalcázar
Calles del centro de Quito en la procesión de Viernes Santo. ©Gianna Benalcázar
Cucuruchos portando cadenas en la procesión de Viernes Santo. ©Gianna Benalcázar
Imagen del Cristo crucificado el día de Viernes Santo en Quito. ©Gianna Benalcázar
Penitente con la tradicional túnica morada en la procesión de Jesús del Gran Poder en Quito. ©Gianna Benalcázar

Cada uno vive su espiritualidad de distinta forma. César Benítez, de 44 años, viste pantalones y capucha blanca. Es artista, y desde 2008 cada Viernes Santo vive su fe haciendo un performance durante la procesión. El mismo diseña su traje, no le gusta que sea el mismo todos los años “me interesa enriquecer la tradición”, comenta.

Esta vez, sostenía en sus manos un pequeño almohadón blanco con tres clavos, que representan a su esposa y sus dos hijos.

César Benítez sostiene un pequeño almohadón blanco con tres clavos, que representan a su esposa y sus dos hijos. ©Gianna Benalcázar.

A sus 12 años, Neymar ya tiene experiencia en la procesión. Lleva la mitad de su vida participando. No le cuesta madrugar, lo hace con gusto. Cada año junto a sus dos hermanos menores, su abuelo y su tía. Está sentado junto a una imagen de Jesús. Dice que lo hace para que sus pecados sean perdonados. Sonríe y dice que, aunque no lo hace mucho, suele mentir.

Los niños también siguen la tradición familiar el Viernes Santo en Quito. ©Gianna Benalcázar.

La fe se vive en familia dice Clementina Cedillo, de 59 años. Lleva caminando 15 años. La primera vez que lo hizo ofreció la caminata por la salud de su cuñada que padecía cáncer de seno. Y aunque no ganó la batalla, mantiene su palabra “no se trata de que sea lo que uno quiere, la fe es justamente aceptar lo que Dios nos tiene preparado”.

Se siente muy contenta de seguir con esta tradición, a la que se ha unido su esposo desde hace 8 años, le da paz y más que nada siente que cumple con Dios.

Luis Cabrera desde hace tres años se viste de cucurucho junto a su esposa Paulina en la procesión de Jesús del Gran Poder de Quito. ©Gianna Benalcázar.

Luis Cabrera desde hace tres años se viste de cucurucho junto a su esposa Paulina. Acude para que a sus seres queridos no les falte salud y trabajo. Desde el año pasado les acompaña su pequeña hija Jade, de 7 años. Ella dice que quiere que siempre le vaya bien en la escuela.

Jóvenes durante la procesión de Jesús del Gran Poder el Viernes Santo en Quito. ©Gianna Benalcázar.

Paulina recuerda, con lágrimas en sus ojos, la razón por la que tomó participar en la procesión, poco antes de la pandemia de Covid-19, su hija mayor se quemó la cara con agua hirviendo, su cuadro era crítico y corría el riegos de que su piel quede marcada, según el diagnóstico médico. La cuidó en casa con mucha dedicación y bajo la supervisión de una doctora. El resultado fue “un milagro”, su piel se recuperó al 100%. Desde entonces, cada Viernes Santo camina para agradecer.

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La fe está intacta entre los caminantes y espectadores, aun cuando la tecnología quiere invadirla, los más jóvenes chatean por el celular o se toman selfies, pero siguen el camino.

La fe está intacta aun cuando la tecnología está presente.©Gianna Benalcázar.
©Gianna Benalcázar.
©Gianna Benalcázar.

José Suárez dice que si bien no participa activamente en la procesión para él es una tradición acudir con sus hijos para que miren y sientan de cerca la devoción. Su objetivo es que se den cuenta que lo más importante es creer.

©Gianna Benalcázar.

puedes revisar las imágenes de la procesión de Jesús del Gran Poder en Quito en 2019

Aunque hubo menos gente que años anteriores, un cordón policial impedía que los fieles se acerquen bruscamente a la imagen de Jesús del Gran Poder durante su recorrido, finalmente todos quieren tocarla para que sus pecados sean enmendados o simplemente para sentirse más cerca de Dios.

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