Hermoso país de mierda el Ecuador del Siglo XXI donde los políticos, los terratenientes, los banqueros, los exportadores, los comerciantes, los industriales manejaron el poder a su conveniencia, pero el Ecuador era habitable. Hubo un tiempo en que la mayoría de nosotros éramos decentes, honrados y esforzados trabajadores. Ahora somos una pequeña minoría. La tendencia cambió cuando las fuerzas del narcotráfico se infiltraron con plata y persona en la política del Innombrable bajo el Socialismo del Siglo XXI y la Revolución Ciudadana.
Byron Silva
Mi papá trabajó en una entidad pública durante muchos años. A causa de su trabajo viajó por lo largo y ancho de la geografía del Ecuador. Después de sus viajes regresaba a casa con algunos recuerdos o golosinas para la familia y nos contaba detalles de sus viajes que ahora no recuerdo con precisión. Recuerdo sí la luminosa emoción que brotaba en su mirada cuando concluía: Nuestro país es hermoso.
Vienen a mi memoria las vacaciones en la playa. La sinuosa carretera que desciende entre el apretado verdor de la vegetación. El calor y los olores a cacao, café, árboles frutales cuyos productos se secan y ofertan en los bordes de las carreteras. El radiante paisaje marino que se divisa a lo lejos. El color del cielo que pugna con el color del mar en la línea horizontal. El olor a coco. La sensación de la arena en la piel. El sol en el cuerpo. La tibia agua sal en la boca.
En poco tiempo vamos del frío páramo al cálido trópico. Una tierra generosa, fértil que soporta una gran variedad de cultivos y actividades pecuarias casi ilimitadas. Un mar aún más generoso que nos provee de infinidad de frutos. Cuando estuve en El Oro saboreamos la riqueza culinaria que ofrecen las marisquerías de Puerto Bolívar, Puerto Jelí, Jambelí. Quizá allí se encuentre el mejor marisco del Ecuador.
En Esmeraldas, gracias a mi hermana, aprendí a comprender, valorar y respetar la cultura afroecuatoriana. Un barco que llevaba esclavos africanos de Panamá a Lima a mediados del siglo XVI naufragó en las costas esmeraldeñas. Su cultura se extendió desde Esmeraldas hasta el valle del Chota en Imbabura. La misma cultura y la misma gente se diversificó por efecto del clima. Esa diferencia se nota especialmente en el hablado.
Por mis abuelos paternos conocí de cerca el trato con la población indígena. El cariño, el respeto y la consideración con los que abuelos e indígenas se relacionaban me mostraron la igualdad de la condición humana de manera práctica. No eran mestizos e indígenas. Eran compadres y comadres. En esa mezcla cultural mis abuelos hablaban en quichua. Hablaban con soltura un idioma que hasta ahora me tienta conocerlo y hablarlo. La gente costeña es distinta. Tan cálida como el clima.
He ido al Oriente Ecuatoriano en varias ocasiones. Pero quedan en mi memoria algunos lugares: Baeza, Archidona, las Cuevas de Jumandí, Misahuallí, el Puyo, el Coca, el Tena. Llegar a la Casa del Suizo en medio del “diluvio universal” fue la experiencia más aventurera. El río crecido, poderoso no se dejaba domeñar por esa frágiles canoas que nos transportaron. Sentimos el poder de la naturaleza. Fue peligroso y hermoso. Fascinantes vegetación y fauna. Todo exuberante.
Siempre los políticos, los terratenientes, los banqueros, los exportadores, los comerciantes, los industriales manejaron el poder a su conveniencia, pero el Ecuador era habitable. Hubo un tiempo en que la mayoría de nosotros éramos decentes, honrados y esforzados trabajadores. Ahora somos una pequeña minoría. La tendencia cambió cuando las fuerzas del narcotráfico se infiltraron con plata y persona en la política del Innombrable bajo el Socialismo del Siglo XXI y la Revolución Ciudadana.
La gente del Ecuador se volvió inepta y quiere conseguir mucho dinero, de forma rápida y sin esfuerzo. A todo nivel, desde esos empresarios que se coluden con funcionarios públicos para no cumplir las leyes y saquear el dinero de los ecuatorianos, hasta esos narcotraficantes que asesinan a diario, pasando por aquellos estafadores ingeniosos que se llevan el dinero de personas ingenuas y necesitadas, o, esos delincuentes oportunistas que asaltan locales comerciales o arranchan cosas de valor en la calle.
¡Qué decir de los políticos actuales! Ignorantes, vulgares, tontos, vagos, ineptos, mentirosos, ladrones. El problema con ellos ya no es solo que actúan según intereses ajenos a los de sus votantes sino que el ejercicio de la política se ha convertido con ellos en una actividad delictiva que se ampara en mecanismos legales y presume sus “logros” con absoluta impunidad.
¡Qué decir de los servicios, públicos y privados! La salud en la mierda, a menos que tengas dinero y puedas recibir medicina privada. Las pensiones en la mierda a menos que hayas ahorrado toda la vida en una aseguradora privada. La educación en la mierda a menos que pagues educación privada.
Los servicios de telecomunicaciones en la mierda. Ninguna operadora presta un buen servicio. Y así un sin fin de etcéteras que suenan a estafa: pagas por un servicio de primera y recibes un servicio de última en el mejor de los casos.
Todas las mañas de la delincuencia se apoderaron del alma ecuatoriana. Así se fue el Ecuador a la mierda. Queda la esperanza en la gente buena que sufre, se indigna, se esfuerza a diario honradamente y sueña con un Ecuador mejor.
Seguimos difundiendo aquello en lo que creemos y por lo que siempre hemos luchado, los derechos del movimiento indígena, de las mujeres o warmis, de los grupos LGTBI, de los trabajadores y los derechos de cuidar a la naturaleza.
Múltiples voces, distintas ideas, pensamientos y miradas.