Entre los venezolanos que acampan nos encontramos a Carolina Cortez (34 años) que lleva un año viviendo en Chile. Trabajó como funcionaria de aseo en un hospital en la comuna de Quillota y comenta que están desesperados por las inhumanas condiciones que están viviendo. Sobre todo con impotencia al ver que su propio gobierno no les ha dado respuestas a las peticiones de conseguir un vuelo lo antes posible para embarcarlos de vuelta a su país.
Texto y Fotografías Nicolás Valdebenito.
A horas de haber decretado una cuarentena total en la región metropolitana de Santiago de Chile, son más de 400 las personas de origen venezolano las que se encuentran atrapadas en el país, especialmente en Santiago de Chile.
Sin mayor información por parte del embajador Arévalo Méndez, este grupo de residentes extranjeros están viviendo un calvario en los últimos 15 días. Muchos de ellos son adultos mayores que no cuentan con todos sus documentos al día. Personas indocumentadas que al quedar sin trabajo debido a la expansión del Covid-19 en Chile, tuvieron que dejar sus hogares donde arrendaban. Hoy viven en carpas que fueron donadas por vecinos del sector de la comuna de Providencia. Y sobreviven gracias a los alimentos donados por aportes de personas independientes y pequeñas empresas.
El hacinamiento es tan grande que han pasado varios días sin poder ducharse. Hace sólo dos días una empresa colocó 4 baños con ducha para que puedan hacer sus necesidades y poder limpiarse. El hedor y la falta de higiene los atemoriza por las infecciones que puedan contraer, aparte del cuidado que deben tener y considerar para no contagiarse entre ellos del Covid-19.
Viviendo por varias semanas al aire libre, el frío comienza a notarse cada día más. Por las noches hay temperaturas mínimas de 4 grados y las carpas no logran aislar el frío de la capital. La mayoría está propenso a contraer varias enfermedades al vivir y dormir todos juntos, sobre todo los niños.
Hay 40 menores de edad, entre ellos, lactantes de tan solo meses. También hay niños menores de 10 años de edad viviendo con sus familias que lamentablemente no cuentan con los medios económicos y laborales para arrendar un apartamento.
Por otro lado, el embajador venezolano en Chile, Arévalo Méndez no se ha pronunciado al respecto. Tampoco ningún funcionario de la embajada venezolana ha emitido algún comunicado sobre la situación de sus compatriotas.
Carolina Cortez (34 años) lleva un año viviendo en Chile. Trabajó como funcionaria de aseo en un hospital en la comuna de Quillota y comenta que están desesperados por las inhumanas condiciones que están viviendo. Sobre todo con impotencia al ver que su propio gobierno no les ha dado respuestas a las peticiones de conseguir un vuelo lo antes posible para embarcarlos de vuelta a su país.
Marisol, de (65 años) está sola en Chile hace 20 meses. Toda su familia está en Venezuela, ella viajaba por algunos meses a trabajar como temporera en diversas plantaciones en el campo. Al decretarse cuarentena en Santiago, quedó atrapada sin poder volver a su país. Comenta que debido a las bajas temperaturas se ha enfermado, y su cuerpo ha comenzado a presentar heridas, sobre todo en sus manos por el frío que deben soportar.
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