En la pandemia del COVID-19, el efecto mágico de la máscara en la cultura popular del continente, el diablo, el payaso, la llorona, el policía, son personajes bufones y enmascarados que asumen una identidad otra a la que representan. De esa manera se puede ejercer los atributos del personaje, aunque cotidianamente la persona no sea así, sin que sea sancionado. La máscara nos vuelve otros.
ANTROPOLOGÍA Y NUEVA NORMALIDAD: APUNTES VARIOS SOBRE LA EPIDEMIA Y LA SOCIEDAD.
Por: Eloy Alfaro
COVID-19: Detrás de una mascarilla
Estoy pensando en el después, desde la cultura, desde la humanidad como especie y hay un par de cosas que me han movido. Se supone que después de la pandemia del COVID-19, obligatoriamente se deberá incorporar el distanciamiento social (ese es un tema que lo trataré después) pero una forma de distanciarse es usar la mascarilla permanentemente en espacios públicos y en la calle en general.
Al menos por un año o más, hasta que generemos inmunidad. Esto que pareciera menor, tiene impactos enormes en la sociabilidad y la vida.
El cerebro humano hace millones de conexiones cada instante y cada vez genera asociaciones, cuando miramos a una persona, esta tiene un nombre, un cuerpo, pero sobre todo un rostro, si a esto le sumamos la cultura, nos da como resultado lo que llamamos, la identidad. Sin identidad, cualquiera que sea, los seres humanos no existimos como sociedad.
Pero es el rostro, como hecho visual, el que, el cerebro asocia a todo lo demás (la vestimenta, el lenguaje oral, las palabras, la risa y la mirada) son complementarias. Si no vemos el rostro, todo lo demás se desconecta.
Por eso el efecto mágico de la máscara en la cultura popular del continente, el diablo, el payaso, la llorona, el policía, son personajes bufones y enmascarados que asumen una identidad otra a la que representan. De esa manera se puede ejercer los atributos del personaje, aunque cotidianamente la persona no sea así, sin que sea sancionado. La máscara nos vuelve otros.
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No puedo imaginar una clase, donde profesor y alumnos, todos con mascarilla, todos ocultos tras ese objeto, se miran sin reconocerse y pasan meses interactuando, siendo solamente voz y ojos. Cómo se diferencian ¿con números? Todo eso me resulta impensable, auditorios llenos de personas con mascarillas escuchando una conferencia. Cumplen la función del distanciamiento, pero rompe con la sociabilidad.
Me pregunto cómo se dará el enamoramiento en una fiesta, en una esquina, si sólo ves ojos de la otra persona. La mascarilla oculta e invisibiliza el rostro. Qué efecto en la socialización tendrá, en los niños y las niñas usándolas.
Hay quienes diseñen mascarillas de colores, con formas, figuras o palabras. Esta forma de distanciamiento, supongo que debe ser un golpe a la industria de cosméticos, de moda y pasarela. No necesito maquillaje si todo el día tengo cubierto el rostro ¿Una modelo mostrando un traje para el verano, con rostro cubierto?
Las portadas de revistas con chicas o chicos cubiertos, ¿Será posible que la humanidad se encamine a mirar la realidad detrás de un pedazo de tela?.
Si es así, los efectos en la sociabilidad propia de los humanos se verá afectada, porque necesitamos vernos completos, todo el tiempo. Los políticos con poder no aparecen en televisión usando mascarilla (quizá una vez para dar una señal) pero siempre están con rostro descubierto Trump, Merkel, Trudeu, Xi Jinping, Putin. Pierden la imagen de autoridad y poder, no usan mascarilla por eso.
La mirada está en relación y actúa con los gestos y componentes del rostro, no actúa separado, son una unidad. Esa unidad, es necesaria para que el cerebro decodifique el mensaje, para que se entienda el lenguaje facial.
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Una mirada sin rostro puede tener muchos significados, pero si miramos completo entonces comprendemos el peligro, el miedo, la autoridad, la discriminación como mensaje completo que el rostro envía.
En el patriarcado, la mirada ha cumplido un rol fundamental para consolidar el dominio a hombres, mujeres, niños, naturaleza. Quizá en la nueva normalidad, esa mirada prepotente –del jefe, el marido, de la alcaldesa de Guayaquil, del cura o el militar- ahora que tiene el rostro tapado, ya no signifiquen lo mismo.
Comunidades indígenas y confinamiento por el COVID-19
Los pueblos y nacionalidades indígenas del Ecuador, heredaron saberes y prácticas de salud enfermedad y lógicas colectivas de administración del territorio que les permite enfrentar de manera particular y propia la epidemia del COVID-19.
En los actuales momentos, resulta clave estudiar esas medidas aun presentes, para evaluarlas y considerarlas como políticas públicas a aplicarse en emergencias sanitarias como la del COVD-19.
El Ecuador es el país de la región, más golpeado por la pandemia del Corona Virus, miles de muertos dejados en las calles, un sistema de salud obsoleto y corrupción en la administración pública son la evidencia de ello.
Este es un país, plurinacional (Constitución 2008), es decir que en su interior cohabitan 14 nacionalidades y alrededor de 30 pueblos, con catorce lenguas e idiomas, así como una mayoritaria población mestiza.
Ecuador es un país con mega biodiversidad, que posee tres regiones geográficamente diferenciadas: Amazonía, Andes y Costa Pacífica. El territorio de las comunidades en su mayoría se encuentra en áreas protegidas y otras al interior de las ciudades o en los bordes de las mismas.
Frente a la epidemia del Corona Virus, el Estado ecuatoriano ha tomado varias medidas para enfrentar y manejar la pandemia según protocolos establecidos por la Organización Mundial de la Salud OMS.
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Aunque el confinamiento decretado por el Estado, es de manera obligatoria y sin distinción, no es llevada a cabo de la misma manera por toda la población. Los pueblos indígenas tienen sus particulares maneras de asumir este confinamiento.
Desde la llegada de los Conquistadores europeos al continente, las epidemias han estado presentes y tuvieron un rol fundamental en la conquista de grandes civilizaciones como la Inca en los Andes de Sur América y Azteca en Centro América.
Las enfermedades contagiosas son parte de la historia de las poblaciones aborígenes en este continente, innumerables textos históricos dan cuenta de ello, así como de las medidas que las poblaciones tomaban para enfrentar el contagio. Los pueblos que aún subsisten en el continente, poseen en su memoria mecanismos –socio culturales- de adaptación para enfrentar a estas contingencias.
En el caso de la población en general, las familias, individuos y personas se quedan en casa y se preocupan por su propia condición. En el caso de las comunidades indígenas, el confinamiento es colectivo, no individual, es comunitario, es para todos quienes comparten una misma identidad.
Esto significa que existe un manejo del territorio, impiden la circulación de personas que no son de la comunidad, cierran caminos, senderos y controlan ríos o puentes; evitan contacto con cazadores, comerciantes y se organizan para la provisión de alimentos que no se producen localmente, todo con la intención de mantener la infección fuera de su territorio.
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Hay comunidades que a los contenedores de la memoria del pueblo –los adultos mayores hombres y mujeres- son llevados a lugares seguros, arriba en la montaña o al interior del bosque, protegen a los ancianos como un bien preciado, tienen el conocimiento.
Adicional a esto, La salud y el cuidado de familia, lo asumen en su mayoría las mujeres, Existen prácticas de contingencia propias y ancestrales que se ponen en práctica: manejo de plantas (amargas y que generan calor) y jarabes de diverso tipo como medida de asepsia que se aplican en las manos, se beben, untan o huelen, dependiendo de la comunidad que los use.
Estos saberes se aplican en las diversas etapas de la enfermedad antes, durante, después y con el entorno social que pudiera estar en contacto con el enfermo. Algunos pueblos usan el humo de tabaco o de plantas fragantes como la chilca, el eucalipto, la ruda, como medio de asepsia, tienen la misma funcionalidad que el mandil del médico.
Manejar el territorio de manera comunitaria les permite a las comunidades mantener intercambio de alimentos de diversos pisos ecológicos, entre comunidades, desarrollar formas propias de comunicación y toma de decisiones.
Para todo esto la organización local y parroquial como gobierno comunitario es clave, las decisiones se toman en asamblea, las autoridades acatan y ejecutan lo acordado. Al interior de las comunidades donde no hay infección, porque lograron un efectivo aislamiento, la vida continúa cotidianamente sin mascarillas, cultivan, siembran cosechan y producen para la ciudad.
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Pero todas estas prácticas implementadas no han impedido el contagio y muerte de un número indeterminado de indígenas en la Amazonía, la Sierra y la Costa. Las estadísticas del gobierno no son confiables y no hacen la diferenciación de condición étnica, lo que impide llevar un registro efectivo de los efectos de la pandemia en pueblos y nacionalidades del Ecuador.
La CONAIE se encuentra en proceso de registro de las comunidades afectadas y ha emprendido en campañas de socialización de medidas de contingencia en idiomas nativos con programas radiales, a esto se suma el registro que los líderes llevan en cada territorio.
En su mayoría se contagiaron en las ciudades donde trabajan, viven o estudian y sin saberlo fueron transportando el virus a los territorios aislados al inicio de las medidas de confinamiento. Las comunidades con alta migración y aquellas que se encuentran rodeadas de urbanización, han sufrido los mayores impactos, pues les dificulta controlar el territorio. La gente decidió regresar a la comuna en el páramo o en el bosque, salir de la ciudad para evitar contagio. De esa manera transportaron el virus.
El confinamiento colectivo que mantienen las comunidades indígenas, tiene varias debilidades que con el pasar de los días se vuelven evidentes.
Las debilidades:
1. La dependencia de productos que no se producen localmente (azúcar, sal, arroz, aceite, etc) así como productos de limpieza y salud, en especial en comunidades cercanas a la ciudad.
2. La dependencia del dinero hace que las personas sientan la necesidad de regresar a la ciudad para trabajar, emplearse de vendedores, albañiles, choferes o lo que sea.
3. Los niños debieron abandonar la escuela, pues está cerrada. En la comunidad no cuentan con medios para conectarse a internet, ni computadores y seguir con la teleeducación. Esto se vuelve una presión para las familias que quieren regresar a la ciudad para que los niños no pierdan el año.
Desde que el gobierno de Rafael Correa cerró alrededor de 8 mil escuelas comunitarias en todo el país, para centralizar la educación indígena en las famosas escuelas del milenio.
Miles de familias bajaron del páramo a las ciudades acompañando a los niños para que se eduquen. Con la llegada de la pandemia, para protegerse esas familias regresan a la comunidad.
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4. Un problema central de la epidemia tiene que ver con el manejo de cadáveres. La muerte en el mundo indígena no está separado de todas las etapas dela vida. La manipulación del cuerpo –en el contexto del COVID 19- no está exento de contagio.
Es una de las principales formas de contraer la enfermedad pues en comunidades alejadas (en el páramo o la selva) no se cuenta con las condiciones para aplicar los protocolos y menos se puede esperar a que las autoridades lleguen a retirar el cuerpo. Aún así, el ritual de la muerte es colectivo, comunitario. Por lo general al muerto lo despide toda la comunidad. Es una forma festiva donde se come, bebe, sufre y acompaña.
En la lógica cultural, el final de la vida debe incluir esta forma de despedida, de lo contrario subyace un vacío –eterno- que el colectivo no puede llenar. El ritual y el calor del afecto colectivo llenan ese vacío y permiten el descanso del muerto.
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Ahora las familias se debaten entre regresar a la ciudad para encontrar trabajo, encontrar provisiones para alimentarse, ir con los niños a la ciudad para tener condiciones para la tele educación o quedarse en la comunidad y protegerse de la enfermedad.
El crecimiento de la población, un gobierno corrupto y la falta de incentivos a la agricultura y al campo en general, disminuyeron la efectividad de las prácticas culturales de autoprotección indígenas, haciéndolas depender del mundo exterior que al mismo tiempo los amenaza.
La alimentación que vendrá
El mundo se está preguntando sobre el abastecimiento de alimentos después de la pandemia. En especial los países que perdieron la capacidad de auto suficiencia para producir su propio alimento.
La Unión Europea ya se adelanta ofertando un paquete de ayuda a los países del tercer mundo con la intención de garantizar pronta y abundante exportación de alimentos. USA extiende un paquete de ayuda a la producción locales que incluye hacerse de la vista gorda con trabajadores agrícolas ilegales, a fin de garantizar mano de obra para que la producción no pare.
La exportación de productos se vuelve un problema serio en momentos cuando la mayor parte de la producción mundial se ha parado debido al confinamiento.
En Latinoamérica la pandemia ha golpeado de diferente forma a los países de la región. Los pequeños productores enfrentan una crisis nunca antes vista.
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La dependencia de mercados locales o nacionales les vuelve vulnerables con la restricción de movilidad impidiendo que mucha de la producción no salga a los centros de abasto en las ciudades.
En el caso de Ecuador, uno de los países más golpeados por la pandemia, la alimentación ha sido un reto que el Estado ha logrado superar sin mayores problemas.
Los alimentos no faltan gracias a la acción decidida de las economías campesinas que a pesar de las dificultades impuestas por el libre mercado, los tratados comerciales, la lógica neoliberal y los gobiernos; producen, garantizando soberanía alimentaria.
Al respecto este artículo resume algunos aprendizajes sobre la producción campesina que pueden ser útiles para el después de la pandemia.
Son indudables los efectos de la producción agro industrial, aquella que busca alta rentabilidad, en la economía campesina mayormente de subsistencia que aún persiste.
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Las políticas públicas se han orientado a favorecer la producción de frutas, flores, camarones y gramíneas, para la exportación, descuidando el mercado local y a quienes lo sostienen, es decir las economías campesinas que carecen de apoyo efectivo de parte del Estado.
La separación campo ciudad –como si fuera la ecuación modernidad versus arcaísmo- es producto de la industrialización capitalista. Además se sustenta en la plusvalía, es decir acumular el producto de la acción del obrero como el modelo ideal. Actualmente esto profundiza la crisis alimentaria.
La separación que genera la urbanización y la industria provoca que se generen polos de desarrollo desiguales en los que la industria se impone a la actividad agrícola campesina. La Pandemia pone en evidencia la vulnerabilidad de la moderna industria, producto de esta separación.
En los territorios campesinos indígenas, la producción no ha parado. Las medidas de distanciamiento que impiden trabajar a los obreros en la industria, no aplican en áreas campesinas cuya producción es familiar o comunitaria. Diferenciar al campo y a los campesinos le fue útil al capitalismo para aplicar la misma receta en todas las áreas de la vida.
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La receta que impusieron enfoques de desarrollo, hizo que el capitalismo llegue a áreas dónde antes no estaba. En lugares apartados de la selva amazónica, algunas empresas de turismo indígenas que reciben fondos externos, administran proyectos con gerentes, empleados, y diversos cargos y jerarquías. Este funcionamiento es ajeno a las formas propias de organización local como la comuna, donde el concejo de ancianos y líderes dirige el territorio.
La distribución de recursos, el manejo del territorio, así como la mano de obra gerencial van en rutas distintas a la lógica comunitaria. Adem generan conflictos que deterioran las buenas intenciones del proyecto.
Las economías que sostienen ahora la alimentación local y global, son precisamente aquellas a las que la lógica del mercado ha golpeado o ha dejado de lado por “no rentables”.
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Aquellas cuyo eje articulador no es la extracción de mano de obra, sino la reciprocidad, solidaridad y trabajo colectivo. Aspectos que desde la economía clásica son vistos con desprecio por que no responden a criterios de manejo gerencial, ni generan ganancia o acumulación.
La experiencia ecuatoriana de medio siglo de intervenciones, de lógicas de desarrollo cuyo eje es la maximización de la producción (impulsada por ONGs y multilaterales) demuestra que en el mundo campesino subsisten varias formas de producción. Por ejemplo aquellas empresariales en las que algunas comunidades andinas comercializan y exportan sus productos con criterios gerenciales. Este modelo en otras comunidades ha fracasado y como consecuencia ha generado rupturas comunitarias.
En otros lugares la producción asociativa es el modelo ideal por que no sujeta a los involucrados bajo criterios estrictos de productividad. Pues la agricultura depende de diversidad de variables que la determina.
También las hay, donde ninguno de los dos modelos ha funcionado. Se mantiene la producción familiar complementaria con la producción colectiva. Encontramos espacios donde todas las posibilidades mencionadas están presentes.
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Entonces la producción, con eje capitalista no ha logrado imponerse en las economías campesinas e indígenas en los andes, las selvas y las costas del Ecuador.
Desde este entendido, los recursos destinados (por ONGs y gobiernos) a resolver la alimentación post pandemia, deben considerar formas de producción y comercialización diversas y sobre todo acotadas a la realidad de comunidades y pueblos que producen lejos de la lógica gerencial, dónde la formas de administrar o conducir a la producción no responden a la visión de tiempo y espacio mercantiles.
Esto de ninguna manera quiere decir mala calidad de los productos, estas formas productivas garantizan soberanía alimentaria, principios colectivos, derechos (de las personas y la naturaleza) y abundante, y buena producción. Lo demás es forzar procesos.
Seguimos difundiendo aquello en lo que creemos y por lo que siempre hemos luchado, los derechos del movimiento indígena, de las mujeres o warmis, de los grupos LGTBI, de los trabajadores y los derechos de cuidar a la naturaleza.
Múltiples voces, distintas ideas, pensamientos y miradas.