Written by: Destacadas Opinión Política

CHILE PONE EN CUESTIÓN EL CONSENSO DEL MODELO ECONÓMICO GLOBAL

Para este momento de los acontecimientos, está claro que lo que ocurre en Chile poco tiene que ver con el aumento de 30 pesos en el costo del boleto de metro y más con el hartazgo hacia unas condiciones de desigualdad estructural que se han reproducido por 40 años, desde el fin de la dictadura de Pinochet. 

Chile
Fotografía: Nicolás Valdebenito González

América Latina, los países pobres o en desarrollo, el sur global, todos ellos están poniendo en cuestión el consenso implícito que existe sobre el modelo económico global. La intensidad de las protestas alrededor del mundo contra el despojo impuesto por un sistema que individualiza y precariza día a día a los seres humanos.

Chile es en este momento el lugar de resistencia más impactante contra esta forma de organizar la vida. En medio del “oasis” económico surgió la protesta que puede dar inicio a un cambio profundo en lo que esperamos del sistema político y económico. Se están abriendo las grandes alamedas. 

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Casi todos los análisis y explicaciones sobre las protestas en Chile coinciden en señalar a la desigualdad como el factor fundamental. Según cifras de la CEPAL, en Chile, en 2017 el 50% de la población accedió apenas al 2,1% de la riqueza producida en el país, mientras que el 1% más acomodado accedió al 26,5% del total de la riqueza.

Además de estas cifras, uno de los problemas que más afecta a las clases medias y bajas chilenas es el sistema de AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones), que manejan el sistema de acceso a salud y jubilación. En el modelo chileno, cada trabajador es responsable de su ahorro para su fondo de jubilación, pero está obligado a ahorrar mediante estas empresas privadas.

El fondo cubre cesantía (si el trabajador queda sin trabajo) y jubilación. Sin embargo, el capital aportado es usado por las empresas para hacer inversiones de riesgo en las que, si hay pérdidas, las asume el trabajador y las ganancias la empresa. 

El hartazgo social contenido durante décadas se ha ido acumulando entre los chilenos y se ha desbordado en las actuales protestas. Los estudiantes iniciaron con la evasión masiva del pago del metro, lo que continuó con marchas hasta finalmente llegar a una movilización masiva este 26 de octubre en la que más de 1 millón de chilenos salieron a las calles.

Chile
Fotografía: Susana Hidalgo

La reacción del presidente de Chile y del gobierno en general ha sido deplorable.

En un principio, con una retórica de guerra Sebastián Piñera declaró que “estamos ante un enemigo muy poderoso”, y acto seguido declaró el toque de queda. La desfachatez ocurrió que cuando las protestas se le iban de las manos y la estrategia de la guerra no funcionó, el presidente salió a pedir disculpas y reconocer la difícil situación de desigualdad que vive el país, proponiendo una agenda superficial donde retrocede en las medidas.

Este cambio en el tono llega tarde a los ciudadanos que ya no quieren otra cosa que su salida y un cambio estructural, incluso a nivel constitucional, del sistema chileno. 

Queda por decir que lo que mostraron los chilenos estos días es que no han bajado los brazos y no se van a conformar con migajas.

Las imágenes y los sonidos de millones de chilenos cantando al unísono “el baile de los que sobran” invitan a todas las generaciones de ciudadanos precarizados en otras latitudes a exigir lo que les pertenece, sobre todo a esta generación de jóvenes que creció en un mundo sin certezas y que ya no tiene miedo a nada, porque nada tiene que perder. 

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