En esta semana se debate en la Asamblea Nacional la despenalización del aborto por violación. Hay voces que defienden el derecho de las mujeres a suspender el embarazo cuando éste es producto de una violación, es decir de una agresión masculina que lesiona gravemente la vida de una mujer.
Por Natalia Sierra
Además del hecho violento, como resultado de éste la mujer queda embarazada y está obligada a aceptar un hijo o hija que es el resultado de su violación.
En esta ocasión quisiera dar un elemento para este difícil debate, no tanto del lado de las mujeres y su derecho legítimo a decidir sobre su vida , más aún sobre las consecuencias de la agresión sufrida, sino desde el lado de la posible vida por-venir.
La maternidad debe ser deseada o no debe ser. Las personas tienen que venir al mundo con la certeza del deseo de su madre de fecundarlas y parirlas, solo esta certidumbre establece un fundamento socio-afectivo que garantiza su desarrollo saludable a nivel psíquico. Esta base es lo que va a permitir al ser humano cierta fortaleza para enfrentar los desafíos de la vida social que hoy son harto complejos.
El rechazo de la mujer a la maternidad, sea por las razones que sea, y más aún cuando ésta es resultado de una violación, muy probablemente impida que pueda establecer una base sólida en el desarrollo fetal del futuro niño o niña que vendrá al mundo, lo cual va a generar en ellos mayor fragilidad de la que por especie nos caracteriza a los humanos.
El rechazo a la gestación puede provocar en la futura persona por nacer un bajo sentimiento de pertenencia al mundo en el que tendrá que desenvolverse. No se puede obligar a ninguna mujer agredida que no quiere la maternidad a quererla, lo único posible es forzarla a ello a través de la moral, la culpa, la religión, etc., imposición que se proyectará en la psiquis de esa persona por venir, como incomodidad, inseguridad, impropiedad, resentimiento.
Las razones por las que una mujer no quiera la maternidad resultado de la violación son obvias, ira, impotencia, rechazo obvio al agresor, frustración etc., sentimientos que muy probablemente se proyectaran al niño o niña por nacer y que lo definirán en toda su vida como ser rechazado. Incluso puede darse el caso de que ya nacido el niño sea abandonado como un estorbo, como un símbolo de la agresión, lo cual le creará un estigma para el resto de su vida.
No tenemos el derecho a decidir la vida por-venir, si como sociedad no estamos seguros de otorgarle dignidad de ser y existir.
Para finalizar es importante decir que la despenalización del aborto por violación no obliga a las mujeres a abortar, sino que da el derecho a suspender el embarazo si ese es el deseo de la mujer.
Seguimos difundiendo aquello en lo que creemos y por lo que siempre hemos luchado, los derechos del movimiento indígena, de las mujeres o warmis, de los grupos LGTBI, de los trabajadores y los derechos de cuidar a la naturaleza.
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