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ROSENDO, MI TIEMPO SEÑORÍAS

Rosendo

Recuerdo la primera vez que conscientemente escuché a Rosendo, bueno, a Leño. Era el año 1993, yo contaba con 16 años y Felipe, un buen amigo del instituto, cansado de intentar convencerme de las bondades de un grupo de rock español llamado Leño, aprovechó que estábamos de marcha por los bajos de Argüelles para llevarme a un garito heavy que él frecuentaba y pedir al pinchadiscos un tema que consiguió hacer temblar los cimientos de mis prejuicios sobre el rock español. Ese tema era Sorprendente (Corre corre, 1982).

Texto: Jorge Angel Herrera

Poco después, mi amigo Marcos, que también me hablaba mucho de Leño, me dio a conocer Castigo (Leño, 1978) ¡¡¿¿Y esto lo ha hecho un grupo español??!! Increíble.

Luego vinieron Se acabó (Leño, 1978), Cucarachas (Más madera, 1980), Qué desilusión (Corre corre, 1982), etc. Leño “molaba”.

Pero Leño solo publicó tres discos de estudio. Entonces… ¿y Rosendo en solitario?

Por aquellos años la televisión todavía emitía algún programa musical aceptable, uno de ellos, en Telemadrid, emitía monografías de grupos y solistas y un día le tocó a Rosendo. ¿Merecería la pena? Después de algunas canciones que para aquel entonces me parecieron “pasables”, le llego el turno a Flojos de pantalón (Jugar al guá, 1989). Impresionante… Rosendo “molaba”.

Poco a poco fui descubriendo más canciones que al poco tiempo ya formaban parte de la banda sonora de mi vida. Conciertos, acampadas, fiestas, garitos y amigos. Amigos siempre.

Veinticinco años han pasado desde aquel día en Argüelles y Rosendo dice que se jubila.

Rosendo Mercado Ruiz, 64 años, más de 40 años en la carretera, primero en Fresa como guitarrista donde también militó la conocida Jeanette, luego con Ñu, después con Leño publicando tres discos de estudio y dos álbumes en vivo (uno de ellos muchos años después de la disolución de la banda) que le supuso ser figura clave en el llamado rock urbano junto a sus compañeros de banda, comenzando a posteriori un larga carrera en solitario que le llevará hasta nuestros días publicando dieciséis discos de estudio, cinco conciertos y una B. S. O.

Más de 40 años en la carretera con una sinceridad musical inusual en este mundillo, fiel a su estilo todo este tiempo. 64 años, vaqueros, camiseta, rock y mala leche. Igual que siempre salvo por los años. Se lo agradecemos.

Igual se merece la jubilación…

Y para despedirse ha hecho lo mejor que sabe hacer, salir de gira. Una gira llamada Mi tiempo señorías…, que ha recorrido gran parte de España y que el día 20 de diciembre actuó en el Wizink Center de Madrid.

Empezó el concierto un poco pasadas las 21:30, (después de la actuación de su hijo, el también músico Rodrigo Mercado), con Aguanta el tipo (Fuera de lugar, 1986), y a partir de aquí lo de siempre.¡¡Es el “Puto” Rosendo!! Nunca defrauda, ¡que puedo decir! Repasó lo que pudo de su extensa carrera, Cosita ( Jugar al guá, 1989), … Y dale ( Loco por incordiar), Vergüenza torera (Vergüenza torera, 2013), una muy acertada y acelerada versión del No dudaría de Antonio Flores, El ganador (Fuera de lugar, 1986),  muchos de sus himnos que nunca faltan como Agradecido y Loco por incordiar (Loco por incordiar, 1985), Flojos de pantalón (jugar al guá, 1989), o Masculino singular (Veo, veo … mamoneo, 2002) con su marcada rima fácil que a todos nos gusta cantar, y por supuesto varios guiños a su época de Leño, como El tren (Leño, 1978), Maneras de vivir (Leño en directo, 1981) y Qué desilusión (Corre, corre, 1982), con la que cerró el concierto. Hubo algunas canciones más y muchas más fueron las ausentes, pero no dio más de sí estas casi dos horas de concierto por momentos apoteósico (impresionante la imagen de todo el pabellón de pie durante casi todo el concierto), con  más de 15.000 personas, colgando el cartel de todo vendido desde hace meses, jaleando, cantando, bailando, arropando a este señor y sus dos secuaces. Un público de todas las edades, predominando por supuesto las viejas glorias, pero también cuarentones, treintañeros y mucha gente joven en los que Rosendo también ha calado. ¡Por algo será!…

Así que… De carabanchelero a carabanchelero, del Alto por supuesto, no te digo adiós sino hasta luego.

¡¡Muchas Graciaaaas!!

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