Written by: Destacadas Opinión Política

#NOSFALTAN3: EL TERRORISMO QUE EL ESTADO NO VE

#NOSFALTAN3: EL TERRORISMO QUE EL ESTADO NO VE

Siempre es tarde cuando se trata de hablar de víctimas de secuestro y terrorismo. Sin embargo, para el estado ecuatoriano hubo varios momentos en que se pudo prevenir la escalada terrorista y con ello el secuestro de 3 periodistas de Diario El Comercio en la provincia de Esmeraldas este 26 de marzo. Todas las señales y datos estaban allí desde hace varios años. Incluso a partir del primer atentado terrorista del 28 de enero la acción gubernamental ha sido nula, lo que ha llevado a niveles de violencia terrorista sin precedentes en la historia reciente del Ecuador.

En el mapa, se puede apreciar el nivel de violencia e inseguridad, en el que cayó la provincia de Esmeraldas desde el 2012.

La posición oficial sobre el secuestro deja mucho que desear por varios motivos. Según propia información de El Comercio, el ministro Navas afirma que desde el último trimestre de 2017 se ha reforzado el control en la frontera norte. Según el funcionario, se han decomisado drogas y se han detenido a algunos miembros de los grupos armados. Como represalia, afirma, se produce el secuestro de los 3 periodistas de El Comercio. Asimismo, afirma que existió “corresponsabilidad” por parte de los periodistas debido a que se les “advirtió” que podía ser peligroso que ingresen al territorio.

Sin embargo, es claro que estos no son hechos aislados, y que el secuestro de los periodistas significa que Ecuador ha alcanzado un nivel más en cuanto a presencia de actos de terrorismo. Este escenario está estrechamente relacionado con, por lo menos, cuatro situaciones que pudieron ser utilizadas para prevenir la situación actual. En primer lugar, la frontera norte viene siendo el territorio de mayor conflicto y violencia en Ecuador en los últimos años. Varios informes sobre la situación de del Ecuador señalan que la provincia de Esmeraldas destaca por sus altos niveles de violencia. Esta no es producida por la situación socioeconómica, sino por su situación geográfica al tratarse de un territorio fronterizo con Colombia en el que los controles son escasos. De hecho, esto también ocurre en Sucumbíos, mientras que en Carchi los niveles son bajos debido a la presencia del paso fronterizo legal, lo que significa mayor presencia del Estado.

En segundo lugar, la escalada de violencia terrorista ocurre después de los acuerdos de Paz en Colombia. Esto es relevante porque algunas voces autorizadas, como el coronel (r) Alberto Molina, advirtieron después del primer atentado en Esmeraldas que, tras los acuerdos de Paz, no todos los exguerrilleros de las FARC iban a desmovilizarse y dejarían las armas. Al contrario, el narcotráfico sería una opción para quienes no querían o podrían vincularse nuevamente a una vida civil con normalidad. Esto, por supuesto, significa una gran amenaza para el Ecuador que no ha sido atendida por las autoridades.

Quito Secuestro

Fotografía: Juan Pablo Verdesoto

Quito Secuestro

Fotografía: Juan Pablo Verdesoto

Quito Secuestro

Fotografía: Juan Pablo Verdesoto

Quito Secuestro

Fotografía: Juan Pablo Verdesoto

En tercer lugar, el estado ecuatoriano ha descuidado a las fuerzas armadas en general y la frontera norte en particular. La desinstitucionalización de las fuerzas armadas tras el ataque de Angostura, la creación de la SENAIN como instancia de inteligencia para asuntos internos y no para seguridad nacional solo han empeorado la situación. Más aún hoy que, sin plan alternativo, la SENAIN está en proceso de desaparición.

Finalmente, estos eventos han sido efecto también de una corrupción institucionalizada, que va desde la compra sin controles de material defectuoso como radares o helicópteros, hasta personal de las fuerzas de seguridad del estado involucrado en narcotráfico. Esta es la gran gran marca que ha dejado el correísmo en los últimos años, que ha llegado a gangrenar todas las instituciones del estado.

Solo queda esperar que el gobierno sepa manejar la situación de los rehenes y los traiga con vida a casa. Ni el periodismo ecuatoriano, ni la ciudadanía merece vivir en un estado de terror y amenaza constante. La falacia de Ecuador como “la isla de paz” en la región está rota, pero queda todavía algo por hacer. Esta puede ser la última parada antes de que el terrorismo en Ecuador se vaya de las manos para cualquier instancia que quiera controlarlo.

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