Hace poco (1916) el catalán Jordi Ibáñez escribía su libro titulado “El reverso de la Historia” en el que cuestionaba muy seriamente el modelo universitario que se ha venido imponiendo en España y también en Ecuador, con un claro desprecio hacia las humanidades para privilegiar el conocimiento en su vertiente mercantilista. El autor mostraba como detrás de los ampulosos discursos y oropeles de la moderna educación se hacían visibles, me modo grotesco, las miserias en la que ha caído el modelo universitario. En las reflexiones que vienen a continuación intentaré realizar, aunque de manera somera, un ejercicio semejante con lo que hay detrás de la propaganda dominante de la década pasada. Este ejercicio es necesario, no como prurito obsesivo para desembarazarse del correísmo, sino como una necesaria desintoxicación de una cultura degradada que permea la sociedad moderna y lo que es peor, que está presente en los círculos de las élites académicas, políticas y culturales y que, habiendo alcanzado cotas muy altas en el correísmo, está y estará presente entre nosotros minando la calidad humana de los constructores de la sociedad desde las esferas del poder y la academia.
Por Fernando Vega
El hecho de que la historia siempre tiene más de una versión –es clásica ya la distinción entre la historia de los vencedores y los vencidos-, en el caso ecuatoriano la historia de los supuestos vencedores es también la historia de los vencidos, porque todos somos perdedores en la sumisión a los discursos, métodos y objetivos dominantes del modelo también dominante de la modernidad. A la larga los que mandan y los que obedecen, todos se ven privados de humanidad, de profundidad, de precisión, de los métodos del rigor lógico y científico. Esta pérdida garantiza negativamente el futuro de toda la sociedad mundial y en particular de nuestra sociedad latinoamericana y ecuatoriana. Vivimos en la modernidad líquida de la que hablaba Zygmunt Bauman, con sus características de provisionalidad y superficialidad, donde el producto, cualquiera que sea éste, está pensado para el consumo de las grandes masas vía el mercado de la comunicación y la información.
El anverso de la Revolución Ciudadana
No cabe duda que la “obra” de la Revolución Ciudadana, durante la década del correísmo ha sido promocionada como una preciosa artesanía hábilmente urdida y tejida de eslóganes, de propagandas, de coloridas imágenes y símbolos, canciones, ferias, rendiciones de cuentas y rituales; todo ello apalancado en una nunca antes vista inversión pública, en vías, escuelas del milenio, hospitales en proyectos emblemáticos multipropósito, megaproyectos hidroeléctricos, campañas internacionales de promoción del Ecuador como el país mega diverso y de grandes y milagrosas realizaciones económicas. La roseta del arcoíris, como logo de la diversidad y la interculturalidad marca los edificios construidos, los libros e informes producidos, la papelería de los ministerios, sus páginas web, etc, etc. Todo ello ha ido construyendo un imaginario y hasta cierto punto una realidad primorosa que ha elevado la autoestima de muchos ecuatorianos, dentro y fuera del país. Todo ello ha desembocado en los iconos resumen de estos diez años de que “El Ecuador ya Cambió” y la “Década Ganada” como marcas y patentes de la Revolución ciudadana.
También el anverso político se mostraba espléndido con la bandera de la 35 ondeando hegemónica como la mayor fuerza política del Ecuador. La Revolución Ciudadana hacía gala de su decena de triunfos electorales, sin conocer la derrota. En el 2013 había conseguido la mayoría parlamentaria y aunque había perdido importantes alcaldías, la mayoría de los cantones y parroquias habían sido alineados por las dádivas del gobierno. Una hemorragia de leyes aprobadas casi sin discusión, esbozó la nueva estructura del Estado a partir de la Constitución del 2008. El correísmo, gracias a los concursos de la meritocracia del Concejo de Participación Ciudadana y control Social había logrado posicionar en todas las funciones del Estados y los organismos de control a partidarios del movimiento PAIS. La justicia, avalada por la población en una consulta popular en 2011, se cuadró también a las órdenes del Régimen. Correa logró así lograr su ideal de gobierno, ser presidente de todas las funciones del Estado. La estabilidad política, la planificación y la eficacia del Gobierno habían dejado atrás definitivamente los vicios de la partidocracia. El gobierno había logrado controlar y disciplinar a los levantiscos y anárquicos ecuatorianos acostumbrados a tumbar gobiernos cada dos años. Cualquier viso, por lejano que fuera, de desestabilización, era madrugado a tiempo y neutralizado sin piedad.
En lo económico, el bordado del anverso de la Revolución Ciudadana también mostraba un éxito rotundo. En el extranjero envidiaban el “milagro económico” ecuatoriano, hasta el punto que ya se hablaba del Ecuador como el “jaguar de América”. El Ecuador estaba gobernado por un gran economista de talla internacional, cuyo prestigio se reconoció en docena y media de doctorados honoris causa en importantes universidades del mundo. Un lustro de crecimiento económico sostenido, la abundancia de dinero que se derramaba en buenos sueldos a la burocracia creciente, los contratos y la propaganda inyectaban un abundante circulante que hacía sentir a los ecuatorianos que realmente habíamos dejado de ser un país subdesarrollado y que caminábamos con paso firme como una pequeña potencia económica a nivel regional y mundial. La autoestima, el orgullo de los ecuatorianos por su gobierno hizo olvidar al Ecuador que expulsaba migrantes; más bien ahora los recibíamos. Incluso caímos en arrogancias frente a las ofertas de ayuda internacional, éramos autosuficientes así que les dijimos que se metan sus ayudas por las orejas.
Los indicadores de Latinbarómetro, que eran la fuente más utilizada por la Senplades, decían que íbamos viento en popa. Dichos indicadores daban cuenta que en la década habíamos progresado en todo, en la lucha contra la pobreza, en la democracia, en la credibilidad, en la honestidad. En muchos rubros estábamos a la cabeza o entre los primeros. En los discursos oficiales era frecuente escuchar: “somos los primeros”, “por primera vez en la historia”, “estamos haciendo historia”, “somos un referente para Latinoamérica e incluso para el mundo”. Cualquier discordancia con estos asertos eran fácilmente desmentidos por la presa oficial y los funcionarios públicos con el presidente a la cabeza. Indudablemente se trataba de informaciones sesgadas por las fuerzas reaccionarias y capitalistas impulsadas por el Imperio y por los amargados, resentidos y sufridores recalcitrantes de la oposición que querían hacer daño al gobierno. Se denunciaba una corriente desestabilizadora en contra los gobiernos progresistas.
Los avances en salud, educación y seguridad no tenían parangón. La reforma de la educación superior haría surgir PHDs en todas las universidades. Se crearon universidades emblemáticas con Yachay a la cabeza. La educación primaria y media tenía sus íconos en las escuelas del Milenio y en los Colegios Replica. La salud florecía con el crecimiento de atenciones en nuevos hospitales de todos los tamaños y los afiliados a la seguridad social se habían incrementado en millones de asegurados con la inclusión de las amas de casa y otros beneficiarios. Los índices de delincuencia habían retrocedido y el ecuador era un país mucho más seguro para dar la bienvenida a migrantes retornados y turistas.
El Reverso de la Revolución Ciudadana.
Sin embargo, este cautivante anverso de la realidad ecuatoriana ha sido volteado en los dos últimos años por los vientos del desplome de los precios del petróleo. De pronto el hermoso tapiz de éxitos y triunfos se dio vuelta a causa de la ventolera y aparecieron por detrás las costuras, lo nudos, los cabos sueltos de una arpillería muy poco cuidada: pudimos ver el reverso de la historia de los diez años de Revolución ciudadana. Cada vez que el reverso se exponía, el oficialismo se encargaba de voltearlo de nuevo para que se viera el precioso bordado, pero esto acabó, desgraciadamente para la Revolución Ciudadana, cuando la misma Revolución Ciudadana volvió a triunfar en las elecciones de 2017 y Lenín Moreno fue el encargado de llevarla adelante, aunque con un cambio de estilo. La era del “príncipe guerrero” (Correa) debía dar paso a la época del rey sabio (Moreno). Moreno no tendría más que continuar por la vía del progreso de la mesa servida por el correísmo. Pero entonces Moreno dio vuelta definitivamente al tapiz y quedaron a la luz todas las costuras y ese reverso que mostraba lo feo y lo malo de toda la obra de la era correísta. Nunca la oposición lo logró, fue la propia Revolución Ciudadana que no tuvo más remedio que sincerarse. El re-verso mostró lo per-verso.
El primer gran remiendo con todas sus costuras e hilachas que expuso Moreno fue en la economía fiscal: “la mesa no estaba servida”, cosa que al pasar el tiempo se va profundizando, ahora dice que la “mesa estaba menos que servida”. La transición del relevo de mando hacía urgente necesidad de recibir el gobierno con beneficio inventario. Una deuda que bordeaba los 60 mil millones de dólares, las arcas fiscales vacías, una millonada de deudas pendientes a proveedores, gobiernos seccionales, a compromisos presupuestarios apareció como un primer dogal en el cuello del estrenado morenismo. Ni siquiera era posible ver una luz a final del túnel porque las rentas petroleras estaban ya hipotecadas para los próximos cuatro años. La Revolución Ciudadana bajo la conducción de Moreno no tenía otro remedio que seguir haciendo lo mismo: en los primeros seis meses de su gobierno debió endeudarse en 6 mil millones más y había que ver cómo se lograba recaudar más impuestos. De allí la continuidad del equipo económico y la ley de reactivación económica. La inercia de los diez años de gasto no se podía parar de un momento al otro. La locomotora del Estado al frente de la economía era imparable.
La segunda costura en la que se rompió el hermoso tapiz fue y está en curso todavía, es la de la “corrupción del gobierno saliente”. El tumor metaestásico de la corrupción, negado y solapado durante una década, ameritaba una “cirugía profunda”. El brillante tapiz de la “década ganada” se rajó de por medio a causa de la presión de las abrumadoras pruebas de corrupción originadas por las denuncias internacionales en Brasil, Estados Unidos y Panamá. Con el andar de los días Moreno ha vuelto hablar no solo de la “corrupción galopante” de los últimos años de la revolución Ciudadana sino también de la “novelería, falta de planificación e ineficiencia” del gobierno anterior. No solo que las mega obras del correísmo tenían monstruosos sobreprecios, sino que muchas estaban inconclusas, e incluso terminadas, no servían para los propósitos para los que se habían construido. Detrás de cada contrato, de cada proyecto de relumbrón había un feo nudo de corrupción e ineficiencia que había que desatar. Ahora sabemos, por Mangas, que todas las denuncias de la Comisión Nacional Anticorrupción y de los “tenebrosos” periodistas investigativos, no solo que eran verdaderas, sino que se sabía que eran verdaderas.
Difícil tarea para Moreno desatar esos nudos, cuando todas las funciones del Estado y de las autoridades de control tenían la consigna de zurcir las rasgaduras y “proteger a los compañeritos”, empezando por el Vicepresidente Glas, como último contrafuerte de protección del propio Rafael Correa. A pesar de que en los inicios de la investigación del Fiscal Baca, anunció que los afeares de la corrupción no pasarían de una “novela rosa” de una supuesta asociación ilícita, el cúmulo de evidencias le obligó a pedir a los jueces sentencia contra Glas de seis años y la vinculación con ocho delitos mucho más graves. Mientras tanto la Asamblea niega, hasta ahora, el juicio político al vicepresidente y a otros ministros y funcionarios, mostrando hasta qué punto el correísmo está dispuesto a negar la realidad de la corrupción. El corte de cabezas de los chivos expiatorios como Capaya y Polit no parece haber sido suficientes para detener el derrumbe de la imagen triunfal de la Revolución Ciudadana.
Y entonces aparece la rasgadura política de PAIS. El Titanic de la política ecuatoriana, se parte en dos y hasta en tres y se va al fondo del mar. La continuidad tan cacareada durante la campaña electoral y la transición se hacen pedazos y los líderes máximos de la Revolución Ciudadana se enfrentan y se contraponen irremediablemente. Correa rompe el pacto y arremete con todo: Lenín traidor, agente de la CIA, aliado del viejo país, etc, etc. Moreno, blindado por la estructura monárquica construida por su enemigo, responde y contraataca con denuncias críticas y contundentes. Se pelea por la bandera, por el número 35, por los colores y hasta por la libreta de ahorros. Dos directivas, dos convenciones, pero al final Correa se queda sin pan ni pedazo. El presidente oficial de PAIS es Lenín Moreno, la Corte Constitucional, el Tribunal Electoral le dan la razón al poder de turno y Correa se regresa a Bélgica con el rabo entre las piernas, pero solo para denunciar en la OEA la grave crisis de la democracia en Ecuador.
Entonces aparece otro reverso. La escisión, fractura, división o como se la quiera llamar deja ver las costuras de los diez años desperdiciados por PAIS para crear un auténtico movimiento sociopolítico de bases como sustento de la Revolución Ciudadana. No hubo tal movimiento PAIS, lo que se construyó apenas fue una Burocracia PAIS, aborregada y servil, prendida como garrapata a la nómina de los jugosos sueldos del gobierno, encargada de bajar línea a los territorios para llenar plazas con una clientela sanduchera que era trasladada desde la Amazonía a Guayaquil y desde el Carchi al Macará para demostrar el apoyo popular al correísmo. Cuando se fue Correa, la estructura quedó bajo el poder de Moreno; pero no todo está ganado para el morenismo. Los alcaldes de PAIS dicen que apoyan a Moreno, que harán campaña por el Sí en la consulta, pero por debajo, están diciendo que votarán No en la pregunta sobre la reelección porque ya están pensando en reelegirse en el 2019. Al fin de lo que se trata es simplemente de permanecer en la teta. Quizá lo poco de leal de la 35, aunque no de lo bueno del correísmo, se quedó con Rafael Correa.
A estas alturas de cómo han evolucionado y madurado las cosas ya resulta muy difícil, si no imposible seguir exhibiendo el cartel de la década ganada y Moreno se apresta a liquidar la “marca PAIS” y a sustituir los logos de la Revolución Ciudadana por otros. El anverso de la historia reciente construida y defendida por la Revolución Ciudadana ha dado paso al reverso de esa misma historia, ahora exhibida por propios y extraños. Poco a poco se desmorona la versión de historia de los vencedores y se va imponiendo la versión de los vencidos, desgraciadamente también con las tintas cargadas hacia lo negativo. Todavía el pueblo correísta siente el drama del divorcio y no sabe si ir con “papa o con mamá”. Los dubitativos más temprano que tarde terminarán decantándose por quien tiene ahora el poder. Los sapos de siempre, correístas y no correístas, morenistas y no morenistas, están calculando como salir ganadores en este río revuelto de la política al que nos llevó la Revolución Ciudadana. El futuro político y económico del país es incierto. El mismo gobierno de Moreno es incierto. Hará falta mucho patriotismo del verdadero y mucho esfuerzo; mucha participación ciudadana de la verdadera; mucha honestidad y sinceridad para que tanto la “comisión provisional de participación ciudadana” como la lección popular de la “comisión definitiva” ambas nacidas de la consulta popular, rindan los frutos que necesitamos y esperamos los ecuatorianos.
También los brillantes informes sobre salud, educación y seguridad se han visto manchados por desagradables reversos. Quiebra de ENFARMA, corrupción en los hospitales, falta de medicinas, desnutrición infantil, incremento de embarazos adolescentes. Los escándalos de abusos sexuales en colegios y escuelas silenciados por las autoridades de educación para no dañar la buena imagen del gobierno, la disfuncionalidad de las escuelas del milenio; la obscena manipulación de las cuentas del IESS ordenadas por Correa y ejecutadas por el Director de la institución, etc. son otras tantas rasgaduras en el emblema de la década ganada.
A punto de terminar el 2017 e inaugurar el año nuevo 2018 podríamos desear que la quema del año viejo acabe también con todos los males de la “década feriada”, pero no será tan fácil; la huella política, económica, social y ecológica del correísmo no será fácil de borrar y costará años superarla. No se pierden diez años así no más y borrón y cuenta nueva. Costará trabajo, sudor y dolor reconducir la economía y ponerla en buen estado; lo mismo hay que decir de la reconstrucción del tejido político y social. Hasta el momento todo hace ver, que la apuesta entreguista al imperialismo chino y al extractivismo sigue adelante bajo el liderazgo de los ministerios comprometidos con la mega minería y la minería ilegal. Además, cosa que no se dice mucho, pero en la década pasada el Ecuador pasó de ser un país de tránsito de la droga a un territorio de procesamiento y consumo de drogas bajo el control de mafias transnacionales. Mientras nos preocupa el aumento de los casos de femicidio, ya parece no sorprendernos la muerte de centenares de jóvenes y adultos involucrados en el tráfico de drogas y otros tráficos. Reversos, éstos, que desgraciadamente, van más allá de las responsabilidades del correísmo y que son lacras de la sociedad mundial moderna consumista y hedonista.
Exelente definicion de la decada ganada y la lucha x mantenerse.